Yo no quería morirme,
como se muere la tarde brumosa,
con el sonar de tambores y trompetas,
o con el llanto entrecortado y la mirada sin adiós.
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Cuando nací, mi gemido fue un canto que nadie entendió,
mi tiempo era infinito, como el sueño de Dios,
mi esencia era simiente perfecta,
latidos desbordantes de ternura y amor.
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Yo no quería morirme,
como dolor parido de mi penar prematuro,
callando secretos que no entiendo,
y cargando pesares de un tiempo ignorante y cruel.
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Caminé por la vereda de los sonámbulos al
ritmo de un palpitar envejecido,
mi alegría fue un crío mal nutrido,
y mi sueño una alegría que se volvió pesadilla.
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Yo no quería morirme,
como se nutren las bestias, gruñendo tempestades y
cercenando apetitos como placeres,
tan solo anhelaba un beso, un cariño y una oportunidad.
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Apocalypsis