Las incertidumbres de la vida y las vicisitudes de la existencia, no contradicen de ningún modo el concepto de soberanía universal de Dios. La vida de toda criatura evolutiva está acechada por los hechos inevitables.
En este planeta, el ser humano debe crecer espiritual y moralmente a través de las comparaciones con lo opuesto, porque la fuerza de carácter que se necesita para evolucionar, debe estar siempre sometida a su elección de libre albedrío, porque si queremos ser altruistas, debemos encontrarnos con situaciones de desigualdad social. Si queremos probarnos a nosotros mismos que tenemos fe, es preciso que nuestra mente se encuentre en la problemática de saber menos de lo que puede creer. Si queremos practicar el amor, debemos enfrentarnos a un mundo donde el error y la falsedad están siempre presentes, pero que deben superados por el anhelo de luchar por cosas mejores como son la bondad y la belleza para que el placer de vivir una vida espiritual, pueda ser confrontado con la posibilidad del dolor y el sufrimiento.
"El hombre no podría elegir en forma dinámica la vida divina, si no existiera una vida del yo a la cual renunciar. El ser humano no podría buscar la salvación en la rectitud, si no hubiese ningún mal potencial que haga la diferencia del bien por contraste"51
Por eso no debemos asustarnos ante los imprevistos dolorosos que se nos puedan presentar, porque ellos siempre tendrán la misión de enseñarnos la mejor manera de salir adelante con la ayuda divina, porque "no podemos percibir la verdad, hasta que no la experimentamos con los sentimientos y muchas verdades no son realmente sentidas si no es en la adversidad" 557
De una cosa si podemos estar seguros y es que el sufrimiento no es castigo divino, sino la oportunidad de crecer porque "la sabiduría del hombre nace de las pruebas y los errores de la experiencia humana" 58 porque "es en los momentos difíciles cuando se revela el alma del hombre, la prueba muestra lo que verdaderamente alberga su corazón" 1824