AL CALOR DE LA CAMA
Se acuesta cuando es de noche,
buscando el calor de una sombra.
Y sus dedos van tejiendo
de un cuerpo, su contorno,
que desnudo y sin ropa,
en sus labios va dejando
esa miel que ella añora.
En sus besos, las palabras
pierden todo sentido
y la roban hasta los latidos
aunque no diga nada.
Se retuerce y jadea,
llama a Dios en las alturas,
gime, ríe, pide más, quiere ternura,
y abre de par en par las puertas de la locura,
como el mar y sus mareas
que la matan, que la viven,
que la roban hasta el alma
y aún sufriendo sonríe.
Es un sueño y lo sabe.
Pero soñar no cuesta.
Y si hubiera que pagar por ello
daría hasta el último céntimo
por soñar cosas tan bellas.
Es un sueño y lo sabe.
Pero ¿y qué es el amor?
¿No es dar sin pedir a cuenta?
¿No es sentir la pasión?
¿Acaso no puede ser la sensación
de imaginar al ser amado
abrazado a su lado,
escuchando su respiración?
¿O es que alguien ya escribío las reglas
y ahora hay que ser del montón?
Ella no se resiste
y mañana cuando caiga el día,
volverá de noche a dormirse
y soñará que sus dedos repiten
el baile que siempre imagina.
Ese baile de besos,
de rumores y de caricias.
Y cuando esté más tranquila
pedirá a su almohada
que la sombra que ella espera
siga calentando su solitaria cama.
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COMUNERO