MI CARCELERA
Fueron tus ojos negros
los que encerraron mi alma en prisión.
Fueron aquellos tequieros
los que me devolvieron
la vida de la muerte en que vivía yo.
No tuve nunca esa suerte
de los que sin buscar hayan.
Fuí siempre inocente
al amor, sin pedir nada,
más si dí mi espíritu y mi alma
nunca puse en cuestión ocultarme.
Y ahora, cuando te veo,
siento que soy un preso
encarcelado a voluntad propia
que sin arrepentirse por boca
vive pez en tu pecera.
Tu me das el oxígeno,
yo te doy mi vida entera.
Y en mis sueños sueño contigo
sabiendo, desgraciado de mí,
que eres MI CARCELERA.
COMUNERO