Vengo aquí a anunciar que me he encontrado un maletín llenito de papelotes. Si hay alguien por ahí que perdido los haya que lo diga y no se calle en mi cama y con detalle, los leo cada mañana.
Son papeles de poemas, firmados con un corazón, hay algunos que están bien y hay otros que, madre mía, no. Pero todos tienen algo hermoso por lo que suspirar, como si leyeras una novela con su intriga, su dentera y un amoroso final.
Yo lo anuncio porque veo que al que se le perdió no quiera que se diga lo que dijo cuando escribiendo lo escribió. Y si no hay nadie, entonces los guardaré en secreto, y cuando a mí se me antoje se los iré leyendo.
Dejo de plazo un mes, por si aparece el propietario, aunque creo que la letra me recuerda mucho a esa que se escribe a la luna mirando. Si, hombre, esa que sube y baja, la que no tiene acentos ni comas, la que se lee de memoria cuando las palabras te brotan del alma y te llenan, y te suenan, y te recuerdan... cosas que puedes imaginarlas.
Ayyy, COMUNERO, ¿No recuerdas que hace ya muchísimo tiempo cuando eras más joven, escribías al amor? ¿Eeeh? ¿Soy yo? ¿Son míos? Si, si, tuyos son. Claaaro, por eso me sonaban. Dios mío, ustedes perdonen, entre tanto papelote se me olvidó.
¡Qué alegría volver a leer lo que una vez escribía, lo que cualquiera envidiaría cuando abrió, por fin, sus puertas al amor.
No busquen a nadie, no busquen más, por favor. El dueño de esos papeles, soy yo.
Que bueno que los encontraste comu, y que has recordado que son tuyos, así podrás deleitarnos con tus ingeniosas letras; besitos y bendiciones. Aseret.