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Respuesta  Mensaje 1 de 5 en el tema 
De: mariajose  (Mensaje original) Enviado: 25/08/2010 11:24

La vieja Iglesia aún se mantenía con el paso de los años, estaba ahí en una esquina como testigo silencioso muchos amaneceres, del transitar de los pueblerinos que pasaban frente a ella; de paredes grises, y con amplios vitrales, todavía no había abierto sus puertas. Los detectives aparcaron la camioneta a un costado de la calle y se dispusieron a entrar por la entrada del despacho parroquial. Allí los recibió amablemente un sacerdote bastante joven, aunque se sintió extrañado al saber que eran policías.. - ¿En qué puedo ayudarlos? –

- Necesitamos hablar con el padre Gastón Bernal. Es muy importante.

- Lamentablemente el padre Bernal ya no sirve en esta parroquia, desde hace muchos años él pidió al Obispo de entonces, Monseñor Carrión, el traslado a otro lugar. Pero podría hacerles llegar su mensaje para que se comunique con ustedes.

- ¿Podría informarnos adónde fue trasladado? - insistió Coparova

- No creo que haya problema en informarles, el se fue a otra iglesia que queda a una hora de Altavista, en el barrio de La Florida, la Capilla del Sagrado Corazón de Jesús. Allí vive aunque no oficia como sacerdote por sus problemas de salud.

- Muchas gracias padre, trataremos de ubicarlo.

No tardaron en llegar a la Capilla, que era bastante pequeña, como escondida entre los árboles de un florido parque, parecía estar esperándolos. A lo lejos pudieron apreciar la figura de un hombre bastante viejo, que cuidaba las plantas, empezó a caminar hacia ellos con lentitud. –Buenas tardes, que desean los señores? – preguntó un anciano

- Por favor, deseamos hablar con el padre Gastón, soy el Inspector Sergei Coparov y él es el detective Millán.

El rostro del viejo Paco pareció oscurecerse, sabía que esos dos traían problemas. Los acompañó a la entrada de la capilla, -esperen un momento, veré si el padre no está durmiendo – Pobre padre, -se dijo Paco- no le van a gustar nada estos visitantes. Se asomó en el despacho del sacerdote, que se encontraba leyendo, estaba quieto, muy sereno. – Padre, allá afuera lo buscan dos policías – El religioso quedó algo sorprendido, pero no le extrañó mucho esa visita, sabía que ese día llegaría, más bien habían tardado demasiado. El padre Gastón había envejecido ya, tenía unos setenta y cinco años, aunque conservaba una espléndida figura, con su pelo blanco, le daba cierta distinción. Recordó por un instante esos años de servicio en Santa Cecilia, fue dolorosa para él tomar la decisión de irse, pero el obispo estuvo de acuerdo, su vida mientras estuviera allí podía correr peligro, así como la de su mayordomo y la de Inés. Aunque nunca más había vuelto a saber de ese extraño, no quiso tomar ligeramente su amenaza. Lo que más lo atormentaba es saber que seguramente volvió a matar, y el no poder hacer nada lo sumergía en un mar de remordimientos. Por eso, nunca más quiso leer las crónicas amarillas, no quiso enterarse ni saber qué pudo haber ocurrido. Se encomendó a Dios y le dijo a don Paco que pasaran.

- Padre Gastón, lamentamos interrumpir su agenda, solo será unos instantes, necesito hacerle unas preguntas. – Le pidió a Millán que lo esperara afuera, para que la entrevista fuera más íntima, y no hacer sentir acosado al clérigo.

- Sí, siéntese, desea tomar un café, bebidas alcohólicas no consumo.

- Como desee padre, si usted toma yo también lo acompaño con un cafecito. – Gastón llamó a su viejo amigo Paco para que les preparara dos tazas.

- Bueno padre, no quiero quitarle su tiempo, solo le haré unas preguntas esperando que pueda ayudarme, no sé si usted ha leído las noticias últimamente, en este pueblo se han estado sucediendo una serie de crímenes abominables, parece ser obra de un asesino en serie, no hemos podido encontrar nada que nos conduzca para atraparlo. Pero nuestras investigaciones nos han llevado a relacionar el caso con un crimen cometido en el año 55, el cadáver fue hallado en donde estaba Parque Montserrat, ya sabe bastante cerca de la Iglesia Santa Cecilia donde usted sirvió de párroco.

El padre trató de disimular su temor, no sabía como saldría de ese atolladero, aunque deseaba poder ayudar, su juramento debía mantenerse intacto. Aunque él no había podido ver al extraño, de la confesión no podía decir nada, por su deber de sacerdote y para no arriesgar las vidas de sus queridos amigos.

- Ud. dirá Inspector ¿en qué puedo ayudar? – tragó saliva, no le gustaba mentir, pero era necesario –

- Quizá por aquellos días cuando prestaba el servicio de la confesión, nunca nadie se acercó a Usted, ningún sospechoso, que pudiera contarle algún crimen?.

- Detective, yo no puedo hablar sobre eso, para un sacerdote el secreto de la confesión es sagrado, inviolable, lo lamento en ese sentido, yo no puedo ayudarlo.

- O sea que sí pudo haber algo de eso. Mire padre, yo respeto su sagrado deber, la verdad no creo en Dios, yo creo en esto solamente – le dijo mostrándole sus credenciales – si usted sabe algo que pudiera detener esos crímenes y no colabora, podría estar haciéndose cómplice de ese loco, estaría obstruyendo la justicia.

- Lo siento, no sé nada, no puedo decir nada... y además eso fue hace muchos años, aunque quisiera, cuánta gente ha pasado por mi confesionario, no podría recordarlo.

- Vamos padre, que no todos los días vendrá alguien a contarle que cometió un asesinato.

- Quizá, tal vez, pero créame quisiera ayudar, mas no sé nada sobre esos crímenes.

Coparov se sintió desanimado, no podía forzarlo, ni quería meterse en problemas con la iglesia, volvían otra vez al punto muerto. Sintió rabia, coraje, ¡maldición!. El sacerdote no hablaría ni aunque lo mataran. Admiró su entereza, su fe, pero no podía comprenderla. Para él antes que nada estaba su deber, la seguridad de los ciudadanos, respetar y hacer respetar la Ley, esa era su Biblia, su palabra sagrada. En realidad ¿el sacerdote estaría callando por no violar su juramento o sabía algo más que le impedía hablar? Decidió dejarlo por el momento para no presionarlo, pero no lo dejaría así. – “Yo a ti te encuentro porque sí, maldito” – Se despidió de Gastón pidiendo disculpas. –Está bien vuelvan cuando quieran, Dios los acompañe –

Gastón quedó a solas en su oficina, cerrando los ojos rezó en silencio, a solas con su conciencia, pidió perdón a Dios por esa culpa que llevaba sobre sus hombros hacía cuarenta y cinco años. El viejo Paco los vio irse, se dijo que era hora de hablar con el padre, sobre ese recuerdo que conservaba en su memoria, por qué no lo había dicho, no sabía, le restó importancia. Pero cuando vio a los detectives, algo le dijo que tal vez tuviera que ver con lo que vio. Fue al despacho, se sacó su gorra, y humildemente entró. – Don Gastón, puedo pasar un momento?

- Sí mi amigo pasa, ¿que ocurre?

- Padre, no sé si usted se va a molestar por lo que diga, pero tengo que confesarme.

- Pacooo!!! Qué sucede, ¿tú confesarte? Mi Dios, ¿a tu edad? Viejo ¿pillo que hiciste? Jajajaja – Le gustaba bromear con su amigo, con su media mitad, el día que le faltara, no quería ni pensarlo, siempre daría gracias a Dios por ese hermano que se mantuvo a su lado a pesar de los años.

- Sí padre, pero no es un pecado de esos… No, que va, ni aunque quisiera. ¿Ud se acuerda hace años allá en Santa Cecilia, una vez cuando usted me preguntó si había visto salir a alguien del confesionario?

Gastón se puso pálido como la cera, de qué estaba hablando este Paco, la única vez que le preguntó algo así, -en eso su memoria no le fallaba – fue cuando recibió esa confesión espantosa. – De qué hablas viejito? Sí, lo recuerdo, te lo pregunté pero me dijiste que no viste a nadie.

- Bueno Padre, ese día andaba medio apurado y creo que no entendí bien la pregunta. Pero sí recuerdo que esa mañana vi levantarse del confesionario y salir hacia la puerta a un tipo medio raro. Alcancé a ver su rostro. Se me quedó mirando un breve instante. Es de esas caras que nunca se olvidan. No sé por qué, presentí que algo malo había en él. Después con esta cabeza que tengo no le dije nada, le resté importancia.

- Está bien, Paco, no tengo que perdonarte nada, fue un pequeño olvido, ya no tiene importancia. Quizá todavía se pueda hacer algo. Te agradezco ahora vuelve a tus tareas. Si te necesito yo te avisaré. Te lo prometo.

El padre quedó ensimismado con la “confesión” del viejo mayordomo, que ya tenía casi noventa años, pero su salud era como un roble, había llevado siempre una vida muy sana, junto a sus árboles, sus plantas, caminando de aquí para allá. Pobre Paco, quizá él también había llevado su saco de culpas. Enseguida pensó, Paco no es sacerdote, él podría informar a la policía, si recordaba su rostro, podrían hacer un retrato del hombre, así podrían encontrarlo, pero yo también debería contar sobre eso a los detectives. Estaba en una encrucijada, en realidad deseaba que terminaran esos crímenes, que no volviera a matar. Decidió consultar al Obispo Carrión para no actuar por su propia decisión.

Más tarde el clérigo se encerró en su escritorio, marcó el teléfono del arzobispado para pedir una cita urgente con el Obispo Cordelle. Le contestaron que lo recibiría inmediatamente; tomó coraje y salió en su viejo coche, sin saber que lo estaban observando. No tardó demasiado en llegar, al antiguo edificio del Palacio Episcopal; - Buenas tardes padre, Monseñor lo está esperando, adelante – le informó la secretaria, una mujer bastante mayor, que tenía años sirviendo en esa Sede de la Iglesia. Monseñor Rafael Cordelle extendió sus manos, que el padre respetuosamente besó haciendo una breve reverencia. – ¡Hijo que alegría verte! Pasa para que hablemos y me cuentes eso que te está inquietando tanto. Inmediatamente pasó a la contarle la historia sobre esa antigua confesión, la visita de la policía, la conversación con Don Paco; sus remordimientos por no poder ayudar a la Ley a resolver esos crímenes horribles.

- Bueno hijo mío, en realidad tú no sabes de quien se trata, él nunca mencionó su nombre, no estarías violando directamente el secreto de la confesión. Lo sería si revelaras el nombre de la persona que fue hacia ti, o el de otras personas ligadas a ese pecado. Hablar sobre el pecado en sí no es romper el sigilo sacramental. Pero si en realidad, ese hombre te amenazó en el pasado, deberás obrar con cautela, pues no sabemos que podría suceder en el futuro; creo que tú y Paco tienen que hablar con la policía. Ellos sabrán que acciones tomarán sobre el asunto. Si deseas te puedo acompañar para que te sientas más tranquilo.

- No Monseñor, no se preocupe, le pediré al viejo Paco que me acompañe, porque seguramente los detectives querrán hacerle firmar una declaración.

- Muy bien, te agradezco me tengas al tanto, y elevaré mis oraciones al Señor para que todo se resuelva de la mejor manera, y no haya más asesinatos. Que Nuestro Amado Señor Jesús y la Santísima Virgen te acompañen. Ve en paz hijo.

Afuera ya caía la tarde, las sombras de los árboles cubrían enteramente la capilla, Desde la acera de enfrente, alguien observaba, vigilando los movimientos que sucedían en la capilla, la llegada y salida de la policía, la salida apresurada del cura. Esperó hasta que el padre volviera a entrar más tarde. Alguien que no había olvidado al padre Gastón.

“Yo me iré al infierno pero tú te irás conmigo, “padrecito”; tendré el placer de ahorcarte con tu propia sotana….




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Respuesta  Mensaje 2 de 5 en el tema 
De: mariajose Enviado: 25/08/2010 11:25
ULTIMO CAPÍTULO

5.10 pm. El religioso salió del despacho como si le hubieran quitado de encima una torre de plomo, tanto tiempo cargando esa cruz, lo había envejecido más de lo que estaba. Subió al coche y marcó el número del departamento de la jefatura, - Buenas tardes, ¿se encuentra el detective Coparov? – En estos momentos no está, se encuentra cumpliendo un arresto por la zona, desea dejarle un mensaje? – Sí, por favor que llame al padre Gastón Bernal, que es muy importante. – No se preocupe padre, le daremos su recado en cuanto venga. Ya faltaba poco, no sabía si eso resolvería algo pero al menos, no seguiría ocultando la verdad.

5.15 p.m Coparov y Millán terminaron el arresto, cuando iban de regreso, el ruso estaba en unos de sus ensimismamientos acostumbrados. – Jefe, ¿ahora que sucede? Dijo su compañero.El Inspector quebró su silencio. – “¡Cómo no lo pensé antes! Soy una cabeza hueca, ¿cómo se me pasó por alto?”
- No me diga que es otra corazonada, no jefe no me asuste por favor!

- Y de las fuertes Eddie. Gira de regreso, vamos a la Iglesia Santa Cecilia.

- A Santa Cecilia? Para qué?

- – Hace unos días me dijiste algo sobre Jack el Destripador no?

- Si, claro que sí, que en esa época se hubieran podido encontrar huellas de ADN en la escena del crimen o en las víctimas…. Rayos Copa, ya caigo! Pero y en la Iglesia en que lugar podríamos encontrar ADN?

- En qué lugar estuvo supuestamente el asesino cuando entró?

- ¡¡¡¡El confesionario!!! – dijo Millán dando un pequeño salto en el asiento - ¡Bingo!, Eddie, espero que no sea muy tarde.

En ese momento sonó el móvil del Coparov para informarle la llamada del padre Gastón. De regreso pasarían por allá. Esto era de vida o muerte…
5.45 El sacerdote veía pasar las horas, aún no llegaba la policía. Pensó en pedirle al viejo Paco que le sirviera un té, sentía el estómago frío; de repente sentía que se acababa el tiempo. Se dirigió a la capilla donde su jardinero regularmente hacía la limpieza o cambiaba las flores de las imágenes. No lo vio por ninguna parte, pero sí notó que la puerta que daba al patio estaba semiabierta. Se extrañó, pero en eso oyó un ruido seco, como si algo se hubiera caído.

- ¿Paco? Estás ahí? – No recibió contestación - “Seguramente pensó debe haber bajado al sótano a guardar algo, le he dicho tantas veces que no baje ahí”. La puerta del sótano estaba abierta. Comenzó a bajar. El olor a humedad le impregnó totalmente, era insoportable. - ¿Paco? ¿Dónde te metiste? - De repente en la semioscuridad tropezó con algo, prendió la linterna de bolsillo y vio el cuerpo del pobre viejo, tenía sangre en la cabeza. Intentó correr hacia las escaleras para buscar ayuda, pero unas manos fuertes los sostuvieron.

– ¿Adónde va “padrecito” ?
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- Padrecito, padrecito, usted me ha decepcionado, absolutamente, me ha decepcionado. ¿Por qué tuvo que hablar? ¿Por qué no me hizo caso como le previne hace unos años? El sacerdote reconoció en ese “padrecito” la voz desagradable, metálica del asesino. No sentía miedo, solo temía por la gente que estaba cerca de él; que sin saber podrían pagar las consecuencias con su vida. - Yo no he hablado -; - Usted, un clérigo, ¿mintiendo? Quién lo diría. – ¿Y a que vino la policía esta mañana? A tomar café?, a confesarse? A qué, dígame! A quéeeeeeeeeee cura desgraciado!

-Tranquilícese, le he dicho que no he hablado. Vinieron a preguntarme por los crímenes ocurridos, pero les dije que no sabía nada.

- No me fío, de todas formas ya me vio. Lo lamento, pero no puedo dejarlo ir. Tenía pensado una despedida más original para usted padre pero no hay mucho tiempo. Comience a rezar “padrecito” pronto irá a tocar la lira con los angelitos. jajajajajajajaja.



Respuesta  Mensaje 3 de 5 en el tema 
De: mariajose Enviado: 25/08/2010 11:26
5.50 Los detectives después de insistir lograron que el sacerdote de la vieja iglesia los dejara llevarse el confesionario, que estaba guardado en un patio donde se almacenaban los muebles viejos del templo, pues la madera de éste se había deteriorado con el tiempo. No se sentían muy optimistas por el daño que pudiera presentar el dichoso mueble, pero pidieron al departamento que fueran a recogerlo. En pocas horas podrían saber cuántas huellas encontrarían. Tal vez estuviera la que buscaban. Coparov era un ateo porfiado, pero en ese momento le dijo a Millán “si Dios existe que nos haga un milagro con el confesionario”. Millán reía para sus adentros.–“Jefe no había que ir a hablar con el padre Gastón?, puede ser importante.” – Tienes razón, vayamos enseguida a ver qué nos tiene el padre.

En menos de una hora llegaron a la Capilla, era un lugar hermoso, se respiraba una paz muy especial. “Aquí seguramente no debe ser difícil creer en Dios” –se decía el ateo- Llegaron a la puerta que encontraron abierta, el viejo Paco no se veía por ninguna parte. ¡Paco! ¡Padre Gastón! Hay alguien aquí? ¡Qué raro, pero la puerta está abierta! Revisemos en la oficina. – No sé, Millán, esta vez no sé porque tengo una corazonada fea – Inspector, usted con sus corazonadas va a lograr que me de un infarto al miocardio. – Te lo digo en serio, esto está demasiado silencioso. No es un silencio natural, ¿ no sientes? – Yo? Copa, yo solo siento el ruido de mi estómago que me está dando hambre.
De repente se sintieron como unas voces lejanas…..

6.10 pm

- Si me matas no me importa, has lo que tengas que hacer, pero piensa que algún día esto deberá terminar. La justicia divina tarda a veces pero llega. Aún puedes arrepentirte y entregarte. No cargues otro crimen más a tu conciencia.

- Justicia divina! Usted me habla de justicia divina! ¿Y dónde estaba Dios cuando mi madre hizo lo que hizo de mí? ¿Quiere qué le cuente lo que mi madre hacía conmigo? La perra asquerosa! Me desnudaba y me metía en su cama, me hacía todas las porquerías que usted no se imagine. Y tenía nueve años, nueve añooos! ¿Y quién me hizo justicia? ¡¿Dios?! No me haga reír. Pues maldigo a su Dios. Ella estaba podrida, igual que todas, todas son perras asquerosas. Se acabó padre, mi conciencia me dice que lo despache. Sáquese la sotana. ¡¡¡¡Ahora!!!

No sintió que alguien bajaba por las escaleras. No se dio cuenta que la justicia estaba por cumplirse. – ¡Ponga las manos en alto! ¡Quédese quieto! ¡Póngase contra la pared y abra las piernas!

El criminal no se movió, en un instante, rápidamente agarró al sacerdote con las dos manos sujetándolo por el cuello, haciéndole la cabeza hacia atrás; empujando al cura con él se dio vuelta…

- Hágase a un lado. Daré un paseo con el “padrecito”. Un leve movimiento y se la entierro– mostrándole la navaja con que mantenía sometido a su rehén comenzó a caminar hacia atrás hacia las escaleras pero sin darle espalda al policía.

- No sea estúpido. No va a llegar muy lejos. Vienen refuerzos en el camino (No era cierto, pero tenía que amedrentarlo) –le inquirió Coparov. – No tiene escapatoria. Suelte al sacerdote .–

El asesino hizo un movimiento rápido intentando cortarle el cuello a Gastón, pero alguien a sus espaldas gritó: - ¡¡¡Quieto!!!El hombre, sorprendido, dio un salto, soltó al cura que se apartó inmediatamente. Millán disparó

Todo había terminado. El cuerpo del psicópata aún temblaba con los estertores de la muerte. – Padre, ¿qué está haciendo? El sacerdote se inclinó sobre el moribundo, de él solo pudo alcanzar a oír unas palabras: “….infierno… hasta….” Sus ojos quedaron perdidos en el vacío de la oscuridad. –“Que Dios tenga misericordia de tu alma”…. Le dijo el padre haciendo sobre el muerto la señal de la cruz.

Después que se levantaron el cadáver, les prestaron ayuda al religioso y a don Paco que estaba solo malherido. Una ambulancia se llevó al jardinero al hospital, mientras los detectives se quedaron hablando con Gastón.

- Usted cree padre, que un hombre así podrá tener entrada en su dichoso paraíso? - le preguntó el Inspector

- Todos somos hijos de Dios. La misericordia de Dios es infinita y sus designios indescifrables. No sabemos lo que este hombre haya sufrido en su vida pasada. Cristo vino por los pecadores, para darnos una esperanza.

- Ay padre, perdóneme, pero por ahí dicen “el que a hierro mata a hierro muere”, la vida de éste la desconozco, pero si sé de las familias de las vidas que él cegó, ¿quién les devuelve la esperanza?, ¿Quién les devolverá sus vidas? Algún día si llego a creer en su fe, no me quisiera encontrar con ese loco ni en el paraíso ni en ningún otro lado. Gracias padre Gastón, por todo, y espero volver a verlo alguna vez. Paco ya fue trasladado al hospital. Solo recibió un golpe considerable pero estará bien.

- Adiós, cuídense, hasta que Dios diga…
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EPILOGO

9 pm. Los detectives habían terminado otra jornada. Otra misión cumplida, con valor, otro criminal menos que andaría por esas calles de Dios. La noche tenía un aire puro, perfumado; Coparov miró hacia el cielo estrellado y aspiró profundamente el perfume de las rosas del jardín de la capilla.– Bueno – se dijo a sí mismo– habría que darle una oportunidad a ese Dios para que me diga de una vez donde está.-

- Jefe, otra vez pensando? No Copa, deje a sus corazonaditas descansar. – Millán un poco cansado se reclinó sobre el asiento de la camioneta.

- Sí tienes razón, pero no era una de esas, solo pensaba...

- ¿Qué Copa? Preguntó su mano derecha.

- Que alguien nos espera para brindar con una botella de vodka. ¿No te acordabas?

- Es verdad ¡el tovarisch Flynch! ¿Tiene permiso de su esposa Inspector Coparov?

- Con permiso o sin permiso ¡Váshe zdaróvie! 1




¡Váshe zdaróvie! 1 (A su salud en ruso)



MARIA JOSÉ

Respuesta  Mensaje 4 de 5 en el tema 
De: ´MON´ Enviado: 27/08/2010 08:15
UN BUEN DESENLACE DE TU HISTORIA QUE HE LEIDO ENCANTADO, Y QUE DE ELLA DESPRENDO UNA REFLEXIÓN: NADIE PUEDE JUZGAR A NADIE POR SUS ACTOS. LA JUSTICIA PUEDE JUZGAR SEGÚN LAS LEYES
Y DICTAR SENTENCIA, PERO LOS HOMBRES NO PODEMOS JUZGAR NI AL MÁS ABOMINABLE ASESINO. NO SABEMOS LAS CAUSAS Y SUFRIMIENTOS QUE PUEDEN HABER INDUCIDO A COMETER UN CRIMEN. SÓLO DIOS TIENE ESA POTESTAD.
 
BESOSSSS
 
 
raMON
 

Respuesta  Mensaje 5 de 5 en el tema 
De: MAREA Enviado: 28/08/2010 23:50
Solo Dios tiebe esa potestad.
Y la justicia del hombre a veces es injusta, porque donde está hecha la ley está hecha la
trampa.
Encantada quedé con tu historia Joita, espero y deseo que no sea la última.
_MAREA_


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