Origami
Cubriré tu corazón con un quebradizo trapo de cerámica,
cuando amanezca y ya no sea necesario doblar la cuchara
para deglutir la sal que los días
han depositado sobre las fiebres del camino.
A poco el óxido ha debilitado el llanto de las campanas,
a mucho nos ha sobrado alguno de los minerales
para construir un territorio de maravilla
más allá de los golpes de la espuma.
Es el amor de los silencios
reconstruyendo la paz de los tejados.
Cuando te vi desnuda en el puente de los intentos
supe que te había herido en el ombligo de la conciencia,
amarrando todas las constelaciones del abismo a tus ojos,
o regresando desde la muerte
con una diminuta marioneta entre los dedos
para besarte la piel sin temperatura del recuerdo.
Te imaginaba detrás de la puerta devorando dioses,
pensativa y triste mientras buscabas las raíces de mi cuerpo.
Será la noche de las lámparas apagadas sobre mi pecho,
será el dolor de tu cubismo
reconstruyendo la portada de mi nombre,
y serás tú allí pensativa en tu calabozo de vidrio,
pero ya no seré yo cuando el tiempo
haga nudos con los relojes para robarme esta lágrima,
pero ya no seré yo cuando me eclipse la muerte
bajo los entristecidos oráculos del cielo.
Estoy en ese sitio de la noche donde las sombras
callan y se miran como dos superficies gemelas,
con esa mirada intacta de las cosas imposibles,
buscando juguetes de papel en el inerte paisaje del asfalto.
Esto es equivalente a decir que te busco en un caracol de mar,
o en la imposibilidad más frustrada del granizo,
arrugándome junto a las costillas
que sobreviven bajo los reflectores,
o acaso tras el equivocado golpe de los barcos de vela,
o en el entorpecido y somnoliento corazón de las avenidas,
o en la quietud más agobiada de los vendedores de sueños.
Será el intento de los hombres para mutilar una nutria,
será el dolor de las madres
convirtiendo en carne a la muerte,
y serás tú allí pensativa en tu calabozo de incendios,
pero ya no seré yo cuando las horas
caminen descalzas por lo inhabitable de la memoria,
pero ya no seré yo cuando el viento
construya su origami con los residuos de mi frente.
Y ya no serás tú...
Mario Carvajal