Como cada año estoy
aquí , esperando por la
Navidad.
Me ilusiona igual que
cuando era pequeña.
Estamos solos …la
noche mis preciosos recuerdos y yo.
Es un instante muy
mío algo que cuido celosamente.
En casa todos
duermen.
Claro...mañana va a
ser un día de preparativos, agitado .
La familia se reúne
en este día tan especial.
Despacito… tratando
de no hacer ruido , salgo al jardín.
Me envuelve un inconfundible olorcito a
jazmines.
Esos que mamá cuida
con tanto esmero.
Un aroma que me acompaña aún estando a miles
de kilómetros de
casa.
Camino descalza por
el prado húmedo de rocío, sólo
alumbrada por la plateada
luz de la luna que,
con su cara regordeta
se hace cómplice de mi travesura.
El corazón galopa dentro de mi pecho.
Como cuando era una
niña y pensaba que los duendes
vendrían a jugar
conmigo por la noche .
Mis pasos me llevan
al galpón , donde duerme su
largo sueño la mesa
grande.
La misma que nos
acompaña desde siempre .
La que construyó el
abuelo con sus propias
manos ...hábiles y
artesanas manos .
Esta mesa que vamos a
cubrir amorosamente, con el mantel
que tanto amaba la
abuela.
En esta soledad me
parece sentir la presencia de ambos.
Sus risas , el aroma
de los budines preparados con tanto
amor .
Siento que mis pasos
se hacen chiquitos, ya no son pasos de mujer.
Soy aquella nena que
corría por la casa y esperaba ver un
trineo
surcar el cielo.
Aquella que
despertaba antes que nadie para ver los regalos.
Mientras acaricio
esta mesa siento la magia de aquellos días.
Una magia que nunca
se perdió , que vuelve cada Navidad .
Porque la cuidamos
...porque es nuestro tesoro.
Es como un jardín que nunca se marchita.
Regado con el apego
familiar , ese que sembraron los
abuelos .
Aquí , en este rincón
...abrazada a la mesa grande , juraría
que puedo escuchar
esas risas que nunca se apagaron.
Poco a poco me voy
adormilando mientras las
estrellas me espían
curiosas.
Mi alma se llena de sueños ... y bajito casi en un susurro
el viento suavemente
me regala un villancico...
TSUNAMI22