Marijose: Gracias por tu presencia en mis letras. Mi poema es una manera de desahogar mi frustración, ya que me ha tocado ver de cerca la poquísima ayuda que tienen las mujeres en este mi país (lo peor es saber que no es el único país con esta problemática ).
Concretamente: La semana pasada encontré a una mujer de unos 23 o 24 años (lo adiviné por que a pesar de su descuidada apariencia se notaba que no tenía más de esa edad) , que estaba a la entrada del servicio de urgencias con terribles dolores de parto, yo entré y pedí una camilla, la recepcionista me dijo que para que la quería y contesté que había una parturienta en la calle y que tenía trabajo de parto. -¡Ay Daniela, esa tipa es la viciosa que quiere que la atendamos desde hace rato!, pero tú sabes que no es derechohabiente y que no puede tener su bebé aquí.
Me pelee con cuanta gente quiso impedir que atendieran a la chica, pero logré que la asistieran y por fin la atendieron.
Dijo que se llamaba María Teresa y mientras pujaba para tener a su bebé, pedía a gritos "un pase". La niña, que pesó un kilo ochocientos gramos ( un peso muy bajo) , desde luego nació con la dependencia a la droga y cómo no tenía derecho a la seguridad social, solamente la pusieron junto a su madre en el servicio de urgencias y lloraba desesperada por la abstinencia de la droga.
Cuando fui a ver a Tere, ya estaba vistiéndose con la misma mal oliente ropa que traía el día anterior, y su bebé estaba mal envuelta con las sabanitas que le pusieran al nacer.
Salí a hablar con la trabajadora social, para ver si era posible que se pudiera canalizar a Tere y su bebé a algún programa de asistencia social y que se le diera alguna ayuda para que dejara la dependencia a la droga. -Pues mira-, me dijo la asistente social, hay dos lugares adonde puede ir y me dió las direcciones, pero sólamente ayudan a madres solteras, si es adicta no creo que la reciban-, -pero ¿entonces que puede hacer?-, -pues que se desintoxique primero, puede ir a este hospital -, y me dió la dirección,- pero, ¿que hace con su bebé, donde lo deja mientras se desintoxica?-,
-ay mira, no sufras esas mujeres están acostumbradas a vivir así, es sólo una entre miles como ella-.
Salí de ahí desalentada, pero firmemente decidida a ayudar a Tere. Cuando llegué, la camilla estaba vacía, pregunté por ella, nadie la había visto, parecía que se había esfumado en el aire, sali a la calle y caminé varias cuadras, pero no la encontré.
Tal vez pensó que para ella no había ninguna esperanza y que era un desecho de la sociedad, junto con esa niña, que ni siquiera sabía si podría sobrevivir.
La Gata Rosa