Perdonar es de humildes y es de grandes,
es saber reconocer que estamos equivocados,
es poder hacer nuestro orgullo a un lado;
perdonar es arrancarnos la altivez, la soberbia
y olvidar sinceramente los rencores pasados.
Pedir perdón a Dios es lo primero para que El nos perdone
y seamos capaces de perdonar luego.
Quien sea capaz de llevar en sus labios
esa palabra que nos cuesta aprenderla,
nunca tendrá un corazón duro,
pedir perdón y perdonar nos hará buenos seres humanos.
Pedir perdón engrandece el corazón,
porque es humillarse, no arrastrarse,
ante el amigo que ofendimos,
pedir perdón se hace difícil
cuando dejamos que el tiempo pase
y la grieta del rencor se hace grande.
Que el orgullo no nos separe de nadie,
que no se nos haga demasiado tarde,
para correr con los brazos abiertos,
y dejar que las lágrimas escapen
cuando con un murmullo aflore
de nuestros labios la palabra contenida
Perdón....perdóname
Tanto tenemos para perdonarnos,
porque al fin todos somos iguales,
con los mismos odios, las mismas pasiones,
Perdonar a quien nos destrozó,
a quien volvió un infierno nuestra vida.
Perdonar y olvidar deben ir juntos;
si no sabemos cómo hacerlo
que solo mirar el crucifijo nos baste;
que oigamos al Señor Jesús decir:
"Padre perdónalos, porque no saben lo que hacen"
MARIA JOSÉ