Poemas de amor,
de soledad, de esperanza
- Quiere arrancarle al tiempo un ciclo nuevo
esta garra de mano que suaviza sólo por ti las uñas; me sublevo ante su absurda marcha antojadiza. Pausado irá si rápido me muevo, y alígero si el pie me inmoviliza. Un nuevo ciclo para ti conmigo, sin horas, sin programa, sin testigo.
Brevería Nº 1657
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Este tren que me lleva, que no tiene estaciones, sólo atraviesa túneles, desconoce paisajes, y voy solo en su extraño compartimento oscuro, donde orfandad y tedio no cesan de agolparse.
Yo no compré billete, ¿quién me empujó a subirme, y en qué punto, si llega, devendrá el desembarque? Si es la barca de hierro de moderno Caronte, ¿no hay más almas que crucen a las puertas del Hades?
No recuerdo haber muerto; tal vez nadie revive sus últimos momentos desde un futuro instante. O tal vez no he vivido, siendo sólo una sombra, un reflejo en el agua, o un rumor en el aire.
Es glacial el entorno, como cuando se cierran definitivamente los ojos de la madre, o interviene el invierno, con su garra de hielo, rasgando alma y sentidos que abandonó la amante.
No entiendo este viaje, ni si tiene destino. Quizá me espera el tajo siniestro del arcángel que aparece en mis noches sin pronunciar palabra, de actitud ominosa, y esgrimiendo un alfanje.
Cierro los ojos. Oigo tedioso el traqueteo de las ruedas, narrando, monótono, incesante, su poema de hierro. Pero no sé dormirme. ¿Seré el sueño en un cuento que nunca ha de contarse?
Los Angeles, 15 de abril de 2011
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