INVIERNO
Implacable, sin miedo,
extendiende sus tentáculos
va ciñéndose a los marcos
de los árboles, caminos y charcos
de las hojas retiradas ya cansadas
y ateridas de la escarcha
como hormigas blancas
bajo cero, el Invierno
se encamina a encender
en nuestras casas los troncos secos
las ramas, hijas consumidas,
las estufas que alimentan hogares
y sueños de navidad.
Es un padre serio, de mirada oscura
de brillo intenso, de barbas níveas,
de melena copiosa en copos de nieve
que acariciándola se convierte
en muñecos, o en pisadas de rastros
que se alejan a lo lejos y casi
no se pueden divisar.
Sus blanquísimas manos tocan todo
y a lo que no pueden llegar, lo salpica con lágrimas
que la luna cristaliza en carámbanos
posándolas en las tejas de los tejados.
Es un tiempo de descanso, de pensar,
de conformarse con lo que ya ha pasado
y dilucidar ¿Qué podrá venir? ¿Qué puede pasar?.
Debajo todo se esconde,
como se esconden los tesoros,
como se esconden las letras de los versos
como se esconden los corazones que esperan
encontrarse de nuevo cuando el frío del Invierno
decida que ha llegado su fin.
COMUNERO