uuff... la camita tan acogedora y calentita... tan llena de tantos recuerdos y de otros que están por llegar. Con su almohada acolchada, y sus sábanas blanquitas, y la manta, y la colcha, y el pijama... Solo falta una cosa... ¿Qué? Que por las noches antes de dormir y al despertar por las mañanas, hubiera una tía buena o por lo menos que nos cantara una nana. Entonces, ya sería la hostia.