Nicolo Paganini fue un famoso y dotado violinista del siglo diecinueve. No obstante, su más memorable concierto fue uno marcado por un furioso remado más que un éxito fácil.
El concierto se realizó en Italia con una orquesta completa ante un auditorio lleno de capacidad. Aquellos que lo escucharon tocar dijeron que la técnica de Paganini era increíble, su tono fantástico. Hacia el final del concierto, Paganini estaba asombrando a su transportado público con una composición extremadamente difícil, cuando de pronto saltó una cuerda de su violín y colgó flojamente de su instrumento.
Paganini frunció un poco el ceño, sacudió su cabeza y continuó tocando, improvisando maravillosamente.
Entonces, ante la sorpresa general, incluyendo la de Paganini, se cortó una segunda cuerda. Poco después, saltó una tercera cuerda. Parecía una comedia bufonesca, mientras Paganini estaba parado frente al auditorio lleno de reverencia con las cuerdas colgando de su Stradivarius.
En lugar de abandonar el escenario para reparar su instrumento, se mantuvo firma. Con calma completó la difícil pieza musical con la cuerda que le quedaba, una actuación que le hizo ganar aplausos, admiración y permanente fama.
¡A veces podemos dar lo mejor de nosotros bajo duras e inusitadas circunstancias.
El secreto del éxito está en ser como una pato, suave e imperturbable por arriba, pero nadando siempre con fuerza por debajo.
1 Corintios 15:10
Antes bien he trabajado mucho más que todos ellos, aunque no yo, sino la gracia de Dios en mí.