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“Yo soy la puerta” (3) el Devocional Hablado
En Israel, en el tiempo de Jesucristo, un aprisco era un recinto habitualmente hecho con muros de piedras, en donde el rebaño pasaba la noche para mayor seguridad. Sólo había una puerta, en donde el pastor permanecía para vigilar a las ovejas cuando salían o entraban. En cierto modo, el pastor era la puerta.
Aún hoy en día, en un sentido espiritual y por la fe, podemos oír a Jesús decirnos: “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo”. En el ambiente moral actual, tan relajado, la gente está de acuerdo en aceptar todo, salvo las declaraciones absolutas de la Palabra de Dios. Pero esta Palabra es la verdad (Juan 17:17). Jesús la declaraba y la ponía en práctica de manera absoluta. Él dijo: “Yo soy la puerta”. Notemos que no dijo: Yo soy una puerta, como si hubiesen otras, ni tampoco: Soy la mejor puerta, sino: “Yo soy la puerta”. Es la única, no hay otra que conduzca a la presencia de Dios; es necesario entrar por ella para ser salvo.
Por la puerta del aprisco, las ovejas podían salir cada día para alimentarse en los pastizales, pero cuando oían la voz del pastor, acudían a él para evitar el peligro. Estas son imágenes impresionantes que descubrimos en las Escrituras acerca del Señor Jesús. Por medio de él entramos en el lugar de la seguridad y del reposo, donde gozamos de la intimidad de su presencia.
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