Pues la ley por medio de Moisés fue dada;
pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.

Juan 1:17.

 


Dios revelado
el Devocional Hablado

       Hace unos 2000 años el eterno Hijo de Dios se hizo verdadero hombre, aunque sin pecado, y vivió más o menos 33 años entre los seres humanos. En el primer capítulo del evangelio de Juan es llamado el Verbo, y se dice de él: “Aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros… lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14). Así se reveló Dios a los hombres con gracia y verdad.

       En el versículo del encabezamiento el Señor Jesucristo es comparado con Moisés. Este último entregó la ley de Dios, la que declaraba a los seres humanos las justas exigencias de un Dios santo.

       La ley no contenía una completa revelación de Dios, pero cuando el Dios eterno, a quien nadie vio jamás, se hizo hombre, entonces se mostró lo que hay en su corazón. El Señor Jesús es el Hijo unigénito que tiene estrecha unión y también una profunda intimidad con el Padre, a quien reveló. Él dijo a sus discípulos: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Juan 14:9). En aquel entonces la gente podía ver a Dios en la persona de Jesucristo, podía hablar con él, tocarle y escucharle. Él era el ser humano más accesible.

       La gracia y la verdad le caracterizaban. La gracia prepara al corazón para percibir la verdad acerca de Dios y de sí mismo, y va al encuentro de las necesidades y de la miseria que manifiesta la verdad. Desde su conversión y hasta que esté en la gloria, cada creyente es un objeto de esta gracia. “Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia” (Juan 1:16).