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El mundo observa al creyente el Devocional Hablado
En su «Apología», Justin Mártir, muerto en Roma hacia el año 165, explica por qué fue atraído por el cristianismo. «Veía –escribió él– los peores de los hombres volverse mejores: el ladrón se volvía honesto, el padre duro y autoritario se llenaba de dulzura y ternura, el marido egoísta e infiel se convertía en el más afectuoso de los esposos… Y todos eran transformados así. Mi conclusión fue que el poder capaz de producir esos milagros sólo podía ser un poder divino».
El apóstol Pablo da el mismo testimonio respecto de algunos fieles de Corinto: “Esto erais algunos (fornicarios, idólatras, adúlteros, ladrones, avaros, borrachos, etc.); mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios” (1 Corintios 6:11). “Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17).
Si decimos ser cristianos, ¿se dan cuenta de ello los que nos rodean? Al respecto, el apóstol Pablo nos exhorta en Romanos 12:17-20 a mantener un buen testimonio delante de todos los hombres: “Procurad lo bueno delante de todos los hombres… No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer”.
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