Uno de los recuerdos más felices de mi niñez es el de mi madre leyéndome historias bíblicas
a la hora de acostarme. Muchas de ellas causaron una gran impresión en mí, sobre todo el
incidente en la vida de Samuel que se describe en 1 Samuel 3. Todavía me parece estar
escuchando a mi madre recitando la respuesta del muchacho al llamamiento de Dios:
"Habla que tu siervo escucha" (v.10)
Igual que samuel, necesitamos estar dispuestos a escuchar la voz del Señor. Tenemos
esa oportunidad si en medio d elas actividades de la vida diaria tomamos tiempo para leer
y estudiar la Biblia en actitud de oración. .
El Espíritu de Dios se comunica con nosotros por medio de la Palabra.
Tomas de Kempis (1379-1471) lo resumió bien cuando escribió:
Bienaventurados son los oídos que escucha, no a la voz que suena,
sino a la verdad que se enseña internamente.
Bienaventurados los ojos que se cierran a las cosas externas, y cuya intención es interna.
Bienaventurados los que están contentos de tener tiempo para pasar con Dios, y que se
deshacen de todos los obstáculos mundanos. considera estas cosas, oh alma mía, y
escucha lo que el Señor tu Dios dice."
¿Cuánto tiempo hace que le pediste al Señor que se hiciera tu corazón receptivo a Su
Palabra? Él quiere escucharte decir: Habla, Señor, que yo escucho.
Rcihard De Haan
La fe se traduce en obediencia; lo que hacemos pone de manifiesto nuestra fe.
La fe no es meramente una declaración de principios, sino que determina
acción, produce obediencia y, cuando vence, da frutos.
Apréstate a hacer lo que Dios demanda de ti. Conoce que Dios sólo continúa
hablando a aquellos que le obedecen.
Comprende que obedecer a medias es lo mismo que de sobedecer.
En su amor y mi amor
Perla