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La Humildad de Jesús para ESCUCHAR ...haga clic aquí...
Cuando el Hijo de Dios vino a la tierra no se reveló con poder y con majestad. Creció en la pequeña y menospreciada aldea de Nazaret, donde aprendió un oficio manual. Jesús vino a nuestro encuentro en la más grande humildad: los pobres y despreciados podían acercarse a él. Escondió su gloria divina para compartir nuestra condición y, ante todo, para dar su vida por amor.
Exteriormente nada distinguía a Jesús de los demás hombres. Pero al mismo tiempo era completamente diferente de los demás, e incluso fue incomprendido por sus hermanos. Su amor, su ardiente deseo de glorificar a Dios, sus palabras y sus hechos, todo era único en él.
Los grandes de este mundo no discernieron quién era Jesús. Sólo los humildes, los que se daban cuenta de su perdición moral, comprendieron que Jesús era el Mesías prometido, el Salvador del mundo. Aun hoy Jesús no se impone, mas se revela a aquel que lo busca. Podemos encontrarle, no físicamente, sino por la fe. Pero lo que nos impide hacerlo son nuestros prejuicios, nuestra incredulidad, nuestro orgullo y nuestras pretensiones. Sin embargo Jesús nos espera. Para encontrarle, leamos las “Sagradas Escrituras” empezando por los evangelios, y pidiéndole a Dios que quite de nuestro corazón las barreras que nos impiden confiar en él.
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