Qué hermoso es tener un corazón con capacidad para amar y perdonar, para ayudar y comprender, para creer y confiar.
Pero qué difícil me resulta practicarlo, hacerlo vida en mis actos de cada día. Mis fuerzas son muy limitadas y son más las horas bajas que las buenas.
Tú siempre estás ahí, esperándome, creyendo en mí, confiando en mí.
Que una caída de hoy sea un peldaño que me acerque más a ti y a mis hermanos; que cada día tenga el coraje de volver a empezar en el camino del amor.
Que al cerrar cada noche, pueda refugiarme en tu regazo de padre compresivo y amoroso.
Dame la valentía de saber unir mi mano a otros hombres, mis hermanos, para hacer crecer entre todos el arco iris del amor y de la amistad.
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