Nuestro nieto Cameron nació seis semanas prematuro. Como tenía un
tamaño y un peso menores que lo normal y estaba en peligro, quedó
internado en la unidad de neonatología del hospital por unas dos semanas
hasta que ganara suficiente peso como para ir a su casa. Su mayor
desafío era que , en el esfuerzo físico que realizaba para alimentarse,
quemaba más calorías de las que estaba adquiriendo. Esto obviamente era
un obstáculo para su crecimiento. Parecía que el pequeñito retrocedía
dos pasos por cada uno que avanzaba.
No había medicina ni tratamiento que pudiera resolver el problema:
simplemente necesitaba la reconstitución provista por el alimento.
Como seguidores de Cristo, constantemente encontramos que nuestras
reservas emocionales y espirituales se agotan por causa de los desafíos
de la vida en un mundo caído. En tales momentos necesitamos el alimento
para fortalecernos. En el almo 37, David nos alentó a fortalecer
nuestros corazones alimentando nuestras almas. Él escribió “Confía en
Jehová y haz el bien; habitarás en la tierra y te apacentarás de la
verdad”.
Cuando la debilidad nos aflige, la seguridad y la tranquilidad de la
fidelidad interminable de Dios puede darnos capacidad para seguir
adelante en Su nombre. Su fiel cuidado es el alimento que necesitamos,
dándonos, tal y como dice el himno”Oh, tu fidelidad”: “Eres mi fuerza,
mi fe, mi reposo”.
Aliméntate de la fidelidad de Dios para encontrar la fortaleza que necesitas. -WEC
Confía en Jehová, y haz el bien; y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad. – Salmo 37:3
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