"Jesús
dijo algo muy extraño: “El que quiera salvar su vida, la perderá”
(Marcos 8:35). El que se aferra con todas sus fuerzas a su vida, quien
quiere disfrutarla lo máximo posible, vivirla como quiera, entonces la
perderá. En cambio, el que pone su vida en las manos de Jesús, la
recobra nueva y aumentada, porque tiene un encuentro con el Hijo de
Dios, quien da la vida y cuida de ella. Entonces cada día de la semana,
del domingo al sábado, todo su existir estará animado por la vida de
Cristo, y así se vuelve fructífero, lo cual no significa que sea una
vida fácil, sin pruebas, sino que lleva fruto. “El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” (Gálatas 5:22-23)."
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