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General: LA PALABRA DIARIA MES DE MARZO
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De: Tatisverde (Mensaje original) |
Enviado: 01/03/2015 22:10 |
FE
Con fe, manifiesto lo que imagino.
Cuando utilizo mi imaginación para visualizar el futuro que deseo, sé que el simple hecho de imaginarlo no hace que ocurra. Mas cuando creo de corazón que lo que imagino se manifestará, prosigo con fe hasta que sucede. A veces, lo que imagino es el próximo paso lógico en un sendero conocido; otras, es un camino totalmente nuevo.
De cualquier modo, soy guiado por el Espíritu y fortalecido por la fe. Una osa que hiberna confía en su conocimiento interno para saber cuándo llegó la primavera y es seguro que sus crías salgan de la cueva. Dios me dice cuándo salir de mi cueva de contemplación. La fe aviva mi disposición para tomar acción. Confío en la guía divina y en mi habilidad para lograr la vida de mis sueños.
A cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para el bien de todos.—1 Corintios 12:7
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El Cristo morador es mi apoyo constante —mi fuente eterna de consuelo.
Dondequiera que estoy, está Dios. Esta frase de la “Oración de Protección” de James Dillet Freeman me recuerda que mi conciencia moradora —el Cristo— está más cerca que mis manos y pies. Esta presencia está siempre disponible para mí. Cuando miro los ojos llenos de paz de un bebé, éstos me recuerdan que el Espíritu está en cada uno de nosotros desde el comienzo.
Acudo a Dios en mí, ya desee guía o seguridad para tomar una decisión, consuelo por la pérdida de un ser querido o valor para emprender algo nuevo. Lo que sea que busque, el Cristo en mí lo proveerá. Cualquier ansiedad se disipa, y descanso en el Espíritu morador que siempre ha sido y será mi fuente perdurable de consuelo.
Porque el Señor ha consolado a su pueblo, ha tenido compasión de él en su aflicción.—Isaías 49:13
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Experimento mi unidad con Dios.
Al concentrarme en el pensamiento “Dios y yo somos uno”, profundizo mi conciencia de unidad. Callado y alineado con el Espíritu, siento Su vibración y energía. Una presencia poderosa y silenciosa se aviva en mí, la cual puedo utilizar para crear, servir y lograr grandes cosas.
Bajo mis pensamientos cotidianos, un poder emergente crece en mí. Experimento esta presencia interna, primero como luz, elevación y paz; luego como un conocimiento profundo. En un lugar puro del ser, más allá del tiempo y el espacio, me doy cuenta de que el Espíritu y yo somos uno.
Mi estado natural es de unidad con Dios. Sólo tengo que aquietarme lo suficiente para darme cuenta de ello.
En Dios solamente reposa mi alma, porque de él viene mi esperanza.—Salmo 62:5
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Soy paciente, positivo y estoy lleno de fe.
La historia bíblica de José es un recordatorio maravilloso del valor de la paciencia. José fue vendido como esclavo por sus hermanos y llevó una existencia dura y completamente extraña para él. Mas tuvo paciencia y confió en que Dios lo bendeciría. Al final, fue recompensado con poder y gloria.
Cuando enfrento situaciones que ponen a prueba mi paciencia —plazos cortos, agendas repletas o demoras inesperadas— pienso en José, en su voluntad de ser paciente y en la recompensa que recibió. La paciencia me permite avanzar con confianza y tener fe en que todo saldrá bien, cualquiera que sea la situación. Con paciencia, descanso y espero la recompensa de las bendiciones divinas.
Ya que lo que alguno ve, ¿para qué esperarlo? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos.—Romanos 8:24-25
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