El filósofo Ralph Waldo Emerson una vez escribió acerca de “colocarse en medio del torrente de poder y sabiduría”. Al dirigirme a Dios en mí, puedo apreciar el orden divino que obra en mi vida. Al cooperar con el fluir divino, soy fuerte y sabio. No creo este torrente de poder —sencillamente participo en él con un corazón agradecido.
Cuando comienzo mi día, establezco orden enfocando mi atención en una Verdad espiritual fortalecedora. Al hablar e interactuar con los demás, soy positivo y útil. Si descubro ideas para crear un orden mayor en mi vida, las pongo en acción.
Luego, como Emerson predijo, soy “sin esfuerzo, impulsado hacia la verdad ... y a una satisfacción perfecta”. ¡Estoy en el fluir!
Los afluentes del río alegran la ciudad de Dios, el santuario donde habita el Altísimo.—Salmo 46:4