Todos estamos interconectados; dependemos unos de otros para vivir, crecer y prosperar. Recuerdo esta verdad cuando oro por los demás, participando en el deseo innato de la humanidad de ayudar y dar ánimo. Guardo pensamientos de paz, salud y prosperidad por mis seres queridos.
Extiendo mis oraciones a mis amigos, comunidad y país, mientras imagino a todos expresando su divinidad. Amplío el foco de mis oraciones para incluir otros países, visualizando paz, armonía y cooperación mutua. Es mi privilegio mantener una visión espiritual elevada por mi familia humana. Mis oraciones guían a todo el mundo hacia su mayor bien, apoyando su identidad divina y haciendo brillar su luz.