El amor de Dios es mi fuente verdadera de consuelo y fortaleza.
Consuelo
En una noche fría, quizás disfrute de la calidez y la comodidad de arroparme con mi cobija favorita o de tomar una taza de té caliente. El confort y el cuidado que me doy y que ofrezco a los demás son cómo el amor de Dios se manifiesta en mi vida. En estos momentos, comprendo que Dios me ama. Para profundizar mi experiencia, me dirijo a mi interior, al silencio, y me sumerjo en el amor y la protección de Dios.
Descanso en la Presencia divina, fuente de mi consuelo y fortaleza. Me siento bendecido al saber que la presencia de Dios está conmigo todo el tiempo y en todas las situaciones. Cada vez que me dirijo a mi interior, el susurro tierno de Dios llena mi alma de paz.
“Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros."—Isaías 66:13
|