Iba yo por un camino, cuando una voz de mujer dijo detrás de mí: "¿Me conoces?"... Me volví y le contesté: "No recuerdo tu nombre"...
Ella me dijo: "Yo soy aquella Tristeza profunda que sufriste hace tiempo"... Sus ojos se parecían a la mañana cuando el rocío está todavía en el aire...
Permanecí en silencio y luego le pregunté: "¿has perdido aquella carga inmensa de lágrimas?"... Ella sonrió sin contestarme. Comprendí que sus lágrimas habían tenido tiempo de aprender el lenguaje de las sonrisas...
Me recordó: "Una vez aseguraste que conservarías tu tristeza para siempre"... Avergonzado, respondí: "Es verdad, pero los años han pasado"... Después, con sus manos entre las mias, le dije: "Pero tú también has cambiado"...
Entonces, ella me contestó, serena: "Debes saber que lo que un día fue Tristeza es ahora Paz"...