El valor de la amistad
No podemos imaginar al género humano sin amistad; sería concebir un género inhumano.
El hombre es de tal modo que cuando está alegre y comunica su alegría, multiplica esa alegría; cuando está triste y comunica su tristeza, divide esa tristeza.
El verdadero sentido de la amistad es el encuentro de las almas en el fondo más espiritual y religioso de sí mismas; las cosas repercuten sobre ellas del mismo modo, y se da entre ellas algo que es como una unión, una como que fusión.
Se realiza aquella expresión de la Escritura: un amigo que ama a otro como a su propia alma. El papel de la amistad es ése.
¡La idea caballeresca de la amistad de otrora murió!
De la lealtad, por ejemplo, no se puede hablar más, de tal manera es pretérita. Está muerta.
Sin embargo, es una condición sin la cual el trato humano dejaría mucho que desear.
En cada pueblo hay un cierto modo de tener amistad, que inspira y condiciona hasta el fondo las instituciones y la vida de la nación: sus modos de actuar, sus hábitos, etc.
No se conoce a fondo la historia de una nación sin conocer cómo en ella se asientan las amistades y enemistades.
La verdadera amistad resulta de afinidades profundas y de la
necesidad de establecer una convivencia que no es la de cualquier
hombre con otro cualquiera, sino la de este hombre con alguien, en
virtud de las peculiaridades que ambos poseen y que hacen que se
comprendan y se estimen más definidamente.
CON CARIÑO..
A S T R E A