PARA ARMAR EL ROMPECABEZAS DEL ALMA
Para armar el rompecabezas del alma se necesitan grandes preparativos: debes limpiar tu rostro de arrugas de angustia, pintarlo de colores invisibles, colocarle guirnaldas de rocío y rociarlo con gotas de un jazmín que crece en la cima de una montaña desconocida, pero que está cerca del corazón de la persona que amas.
Para armar el rompecabezas del alma debes incurrir en algunos olvidos deliberados: olvidar el gusto de la frustración y demas sabores innobles, olvidar el ademán del puño cerrado en contra de tu propia cara, olvidar todo lo que achica la estatura de tus sueños, olvidar el odio de la traición aunque no puedas olvidar a quien te ha traicionado. Y en especial, olvidar que no puedes.
Para armar el rompecabezas del alma es imprescindible tener una estrategia previa: contar de antemano con la complicidad de los violines y los clarinetes, de las hadas y demás gente menuda, de las miradas de cada ser que guarde algo de amor hacia tí en su corazón; también es conveniente acumular una buena provisión de palabras dichas en susurros al oido de los pájaros, que se encargarán de llevarlas al destino que les toque; y no olvidar que hay que dar por descontada la presencia de una lluvia reparadora en el campo de batalla. Sin una buena estrategia, el arte del rompecabezas se hace arduo.
Para armar el rompecabezas del alma tienes que llegar al ruedo cargado de equipaje; en una valija, todos los besos que diste; en otra, todos los que no pudiste dar. Atadas en fardos con hilos de luna, todas las sábanas que a lo largo de tu vida tocaste y que juntas forman el mapa de tu amor. Y algunos bolsos de mano con pequeñeces diversas: los recuerdos de los días olvidados de la infancia, la música que te hizo llorar de emoción, las fotos grabadas en tu retina que nunca llegaron al laboratorio, el sonido de las caricias que recibiste...
Para armar el rompecabezas de tu alma, fundamentalmente, debes estar seguro de que no sufriras de vértigo al ver las infinitas piezas que deberás unir.
Y lleva abrigo, porque en la Eternidad hace frío.
Para armar el rompecabezas de tu alma, unca olvides que el viaje es larguísimo, que se mide en siglos, pero que al llegar comprobarás que no han pasado más que unos minutos. Anímate a esa travesía, y con alegía más profunda dispónte a iniciar las incomensurable pero a la vez familiar tarea. Las piezas son incontables, pero la ventaja es que las conoces todas.
¿Estas listo para la tarea? No importa cuan cansado o paralizado te sientas. Apenas comiences, todo eso desaparecerá. La tarea es demasiado fascinante como para que las trampas del mundo cotidiano te distraigan.
¿Ya estás listo, dices? Pues... ¡adelante!
Aunque haya mucho por hacer, al colocar la primera pieza ya puedes festejar el triunfo de todo lo que has trabajado para armar el rompecabezas de tu alma.
Ledo Miranda
|