El árbol y el amor al prójimo
Informado Bonifacio de que bajo la encina o el roble más alto del bosque dedicado al supremo dios de la mitología germánica, sería sacrificado un joven, se dirigió hacia allí para evitarlo.
Aquí la leyenda se bifurca y algunas fuentes afirman que lo logró pero las más aceptadas informan que sólo alcanzó a recoger el cuerpo del adolescente.
Bonifacio y sus seguidores talaron el árbol sangriento, y desde entonces el obispo exhortó a tomar como símbolo de la nueva fe, el Dios Bueno que no necesitaba sacrificios humanos para revivir porque había resucitado para siempre, el pino que no pierde sus hojas, siempre verde, que ofrece cobijo a los caminantes bajo sus ramas, que abriga a los animales y les ofrece alimento con su follaje a los ciervos en lo más duro del invierno, que ofrece sus ramas para las teas resinosas que ahuyentan la oscuridad.
Por amor a los hermanos más desposeídos, como convite fraterno, se colgaban frutas, manzanas rojas y verdes, bollos de pan, nueces y castañas pintadas, para que todo el que lo necesitara se sirviera sin necesidad de pedirlo.
En el año 754 San Bonifacio y varios de sus sacerdotes y ayudantes, marcharon a Frisia con permiso del Papa. Allí era donde el cristianismo todavía no había logrado triunfar y donde cerca de Dockhum, a orillas del Burda, al amanecer, fue muerto con todos sus compañeros.
Los miles y miles de cristianos y no cristianos que cada año erigen el pino verde, pueden ignorarlo todo sobre él; pueden creer que el Arbol es sólo un símbolo pagano (aunque los Árboles de la Vida y de la Ciencia tengan tanto lugar en el Génesis); pueden no leer nunca una palabra de sus escritos pero si saber que la costumbre que nos legó, representa la paz, la reconciliación y la solidaridad entre los hombres..
(SACADO DE LA RED)...
CON CARIÑO...

A S T R