El sociólogo Fernelly Domínguez explica que las llamadas, por algunos, curaciones milagrosas a través de la oración o de la imposición de manos tiene en realidad una explicación científica que no tiene mucho que ver con la tradición religiosa.
Para el experto en comportamiento humano, el cerebro es una suerte de computadora que recibe órdenes para ser ejecutadas al pie de la letra si se utiliza un lenguaje específico. Y parte de esas órdenes son entregadas como palabras o pensamientos positivos.
El sociólogo explica que el campo magnético del cerebro se modifica cuando se le indica que hay que mejorar ciertas partes del cuerpo. Las funciones se dirigen a la recuperación del organismo mediante la sugestión.
Pero, agrega que hay personas que tienen energías diferentes, algunas con más poder eléctrico que otras y que están en capacidad de alterar los campos magnéticos de un humano cuando los tocan y, por llamarlo de alguna manera, reiniciar sus procesos cerebrales. De esa manera ‘inyectan’ pensamientos positivos en quienes están dispuestos mentalmente a recibirlos.
Es a ellos a quienes se les llama sanadores, porque logran esos efectos cuando imponen las manos sobre alguna persona enferma.
Domínguez agrega que ocurre lo mismo con pensamientos negativos o de rencor. Eso hace que la carga energética sea opuesta y genere enfermedades o en algunos casos incluso tumores.
Por su parte, el psiquiatra Fernando Calero de la Pava dice que las cadenas de oración y los rituales de sanación actúan sobre los creyentes como una suerte de placebo, en el que la programación neuronal influye directamente en mejoramiento físico.
Sin embargo, Calero de la Pava explica que los casos de ‘curaciones milagrosas’ que él ha atendido, estadísticamente terminan en el regreso de la enfermedad.
También hace énfasis en que hay enfermedades que simplemente son incurables y que detener su avance en muchas oportunidades es imposible debido a la edad de las personas o a los hábitos que tenga.
El psiquiatra dice que igual que el pensamiento positivo y la confianza de que factores externos como la religión pueden contribuir a mejorar la salud, el negativo también puede tener ese efecto y habla del poder de la sugestión.
“Por supuesto una persona que todo el tiempo cree que las cosas le van a salir mal tiene muchas probabilidades de caer en una depresión profunda y eso la hace vulnerable a enfermarse”.