Una bonita historia de dos caballos que pasan el día en un campo cercano a su vivienda.De lejos parecen normales, si te acercas te darás cuenta que uno está ciego.
Su dueño en vez de deshacerse de él, le ha conseguido un amigo, un compañero, un caballo más joven. Presta atención y oirás el sonido de una campana, buscando de donde viene el sonido verás que es una pequeña campana que cuelga del cuello del caballo más joven.
De esta manera el caballo ciego sabe siempre donde está su compañero y sigue tras él. Ambos pasan el tiempo comiendo brotes tiernos del campo y al final del día el caballo ciego sigue a su compañero hasta el establo donde se resguardan durante la noche.
El caballo que lleva la campana se gira de vez en cuando como queriendo ver si el caballo ciego le sigue. El caballo ciego le sigue confiado de que va por buen camino.
Un ejemplo a seguir la actitud del dueño de estos caballos. No debemos deshacernos de aquellos que no son tan perfectos como nos gustaría y al contrario cuidarlos de la misma manera que nos gustaría que nos cuidasen a nosotros cuando lo necesitemos.
En la vida, algunas veces somos el caballo ciego guiado por el sonido de alguien que se acerca a nuestra vida.
Otras veces somos el caballo que guía y ayuda a otros a encontrar su camino.
Así son las buenas amistades, no hace falta verlos, para saber que siempre están ahí.
Por favor: Oye mi campana que yo oiré la tuya