Reconozco y doy gracias por quienes dedican sus vidas a servir a los demás.
He recibido ayuda de maneras infinitas de parte de personas que se han dedicado a servir para asegurar el bienestar común. Hoy hago una pausa para reconocerlas y honrarlas en mis oraciones. Mi corazón se llena de gratitud por quienes respondieron el llamado a servir, proteger y cuidar.
Afirmo paz y protección para quienes están en servicio activo. Los visualizo y visualizo a sus seres queridos envueltos en el amor y el consuelo del Espíritu. Gracias a su valor y compromiso, mi vida es enriquecida y protegida de miles de maneras.
Hoy honro a todos los que dedican sus vidas al servicio diciendo: “Gracias por su servicio, dedicación y sacrificios”.
Paguen a todos lo que deban pagar, ya sea que deban pagar tributo, impuesto, respeto u honra.—Romanos 13:7
La energía divina alivia mi espíritu y disfruto de paz.
Uno de los gozos en la vida es disfrutar de una fogata. El resplandor y el calor que emanan de ésta me brindan consuelo y me recuerdan la calidez de la energía divina. Mi hogar interno me ofrece sustento y calma ante cualquier situación desafiante.
En mi refugio divino me siento amado, protegido y en paz. El consuelo llena mi corazón, y el dolor y la tristeza se disipan. Mi alma se mueve de la inquietud al sosiego. Siento cómo la energía divina restaura mi espíritu. Sé que estoy envuelto en el amor eterno de Dios.
Nueva esperanza surge para mí, y una vida satisfactoria y plena se vislumbra en mi horizonte. Soy consolado, sanado y renovado en mente, cuerpo y espíritu.
Aun el gorrión y la golondrina hallan lugar en tus altares donde hacerles nido a sus polluelos, oh Señor todopoderoso, Rey mío y Dios mío.—Salmo 84:3
La naturaleza a menudo demuestra gracia y compasión, particularmente cuando un animal de una especie cría a un bebé de otra. El instinto de amar o cuidar suplanta el instinto de pelear o huir.
Tomo en consideración dónde puedo ofrecer gracia y compasión. Si una situación que me ha causado estrés en el pasado recurre, hago una pausa y recuerdo la presencia de la gracia divina que mora en mí. Abro mi corazón para cambiar mi perspectiva o respuesta, y así transformar la experiencia. Tal vez sea hora de exponer una situación que me inquieta o de alejarme calladamente de ella. De cualquier manera, estoy en paz sabiendo que soy guiado por la gracia del Espíritu en mí.
El tigre y el cabrito descansarán juntos, el becerro y el león crecerán uno al lado del otro, y se dejarán guiar por un niño pequeño.—Isaías 11:6
Dios es mi todo. Soy agradecido y abundantemente bendecido.
Mi prosperidad no depende de una persona o cosa. Mi sentido de satisfacción proviene de mi conciencia del Espíritu y de reconocer las muchas bendiciones que recibo.
Mis bendiciones aumentan cuando tomo tiempo para dar gracias por todo lo que tengo y sé que recibiré. La prosperidad viene a mí de muchas maneras: familia, amigos, gozo, salud y mucho más. Aunque el contenido de una billetera puede reflejar mis finanzas, la verdadera prosperidad proviene del Espíritu.
Si tengo una preocupación financiera, me dirijo a mi interior y doy gracias por anticipado. Tengo fe en que Dios abre el camino hacia maneras nuevas y creativas para que mis finanzas fluyan. Afirmo: Soy bendecido abundantemente.
Yo les traeré sanidad y medicina … les revelaré abundancia de paz y de verdad.—Jeremías 33:6