La compasión llega de forma natural cuando aprecio la naturaleza espiritual de todos. Me ofrezco en amable servicio a aquellos que necesiten mi ayuda, mostrando amabilidad y comprensión —y reconociendo que todos estamos conectados en espíritu.
También tomo tiempo para expresar compasión por mí mismo. En lugar de mirarme en el espejo y ver todo lo que siento que está mal, reafirmo que todo está sano y bien. He sido creado a imagen y semejanza de Dios, me trato a mí mismo como el ser divino que soy.
Ser compasivo es expresar de manera consciente y afable el Cristo que mora en mí. Sé que mi amabilidad tendrá efectos maravillosos en las vidas que se entrelazan con la mía.