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General: LA LIMPIEZA DE LA CASA MENTAL
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De: TATIS-7 (Mensaje original) |
Enviado: 23/09/2023 04:39 |
Nuestra mente es como una casa. Puede ser grandiosa o pequeñita, sucia o cuidadosamente limpia. Depende de nosotros. ¿Has notado cómo actuamos con respecto a los pensamientos que cultivamos? En general, no tenemos con la mente el cuidado que solemos dispensar a los ambientes en que vivimos o trabajamos. ¿Quién pensaría en dejar su casa u oficina llena de suciedad, acumulando basura o tomado por ratas e insectos? Ciertamente nadie. Sin embargo, con la casa mental somos menos atentos. Es que permitimos que pensamientos infelices y malos sentimientos encuentren morada en nuestro corazón. ¿Y cómo lo hacemos? Agimos así cuando permitimos que tengan libre acceso a nuestras mentes los pensamientos de revuelta, envidia, celos, odio. O cuando cultivamos deseo de venganza, rencor e infelicidad. En esos momentos, es como si llenáramos de suciedad la mente. Una pesada capa de polvo cubre la alegría e impide que estemos en paz. Además de la angustia que trae, la mente atormentada influye directamente en el cuerpo, acarreando enfermedades y sufrimientos innecesarios. Y peor: contribuye al aislamiento. Sí, porque la gente percibe cuando no estamos bien espiritualmente. El azimume de nuestras palabras, el rostro contraído, todo hace que los demás deseen apartarse de nosotros, agravando nuestra infelicidad. ¿Y qué hacer para impedir que esto suceda? La respuesta fue dada por Jesús: Orar y vigilar. La vigilancia es esencial para quien desea la mente sana. Nuestra tarea es observar cada pensamiento que se infiltra, analizar la naturaleza de los sentimientos que surgen. Y, sobre todo, estar alerta para arrancar como mala hierba todo lo que pueda perjudicarnos. Dado que este primer paso es la vigilancia, es importantísimo estar atento a la segunda recomendación de Jesús: la oración. Cuando identificamos dentro de nosotros los feos sentimientos, las malas palabras y los pensamientos desequilibrados, siempre podemos recurrir a la oración. La oración es una petición de socorro que dirigimos al Divino Padre. Cuando nos sentimos frágiles para combatir los pensamientos infelices, es hora de pedir ayuda a Dios. Es tiempo de hablarle sobre la debilidad que cargamos o la tristeza que nos sacrifica. Es el momento de pedir fuerza moral. Y el Padre de los Cielos nos enviará la ayuda necesaria. Pero ... por nuestra parte, es importante no haber alojamiento. Es necesario trabajar para ser merecedor de la ayuda que Dios nos manda. ¿Como hacer eso? Contraponiendo a cada mal pensamiento los varios antídotos que tenemos a nuestra disposición: las buenas actitudes, la sonrisa, la alegría, las buenas lecturas. En vez de la maledicencia, la buena palabra, las conversaciones sanas. En lugar de la crítica ácida, optar por el elogio o la observación constructiva. Si surge un pensamiento infeliz, combatirlo con firmeza. No se deje esclavizar. Si alguien te ofende o hace mal, procura perdonar, olvidarte. Y pida a Dios la oportunidad de ser útil a esa persona. No olvide: cada día es una excelente oportunidad para iniciar la limpieza de la casa mental. Comience ahora mismo
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