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Enviado: 29/08/2009 02:47 |
Balada Catalana
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Rugiente pasión ardía en el alma del doncel; fuera de Ella nada había en el mundo para él.
-Lo que a tu capricho cuadre - dijo a su amada -- lo haré, si las joyas de mi madre me pides, te las daré!
Y ella, infame como hermosa, dijo en horrible fruición: - ¡Sus joyas? ¡Son poca cosa! ¡Yo quiera su corazón!
En fuego impuro él ardiendo hacia su madre corrió y al punto su pecho abriendo el corazón le arrancó.
Tan presuroso volvía la horrible ofrenda a llevar, que, tropenzando en la vía, fué por el suelo a rodar.
Y brotó un acento blando del corazón maternal al ingrato preguntando: - Hijo, ¡No te has hecho mal?
V. Balguer
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