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Entre rosas y espinas se resbala la vida, construyendo caminos de encontrados momentos espinas que profanan la adolorida carne, y rosas que embellecen dulces horas de calma.
¡Puede más una rosa que cien dirás espinas! un capullo de ellas, bien vale mil espadas; la dicha, que se logra, por sobre los escollos, es feliz horizonte de una vida lograda.
Por eso, no te duelan las espinas clavadas, aunque llaguen tu piel y trastoquen tu calma, si al final de la senda hay una aurora blanca, como una rosa roja asilada en tu alma.
Alfonso Esteban Jerez
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