Los años pasan el que era un niño ya es un joven y en su juventud comete muchos errores, pero después de cada error, Dios dice, no importa y con lágrimas en sus ojos dice: Yo sé que este sí. El joven vuelve y comete otro error y Dios grita ¡no importa! Yo sé que este sí. El joven sigue creciendo y Dios en las noches cuando el muchacho descansa le susurra al oído y con lágrimas dice: Yo sé que tú sí.
Ya siendo un adulto, aún Dios cuida de él, los errores son muchos pero Dios no los ve y aunque este hombre no lo sepa, cada vez que tiene errores Dios se compunge pero se alienta con la esperanza de pensar que Yo sé que este sí. Aún Dios le da alimento, aún Dios le da salud, aún Dios le da alegrías, le da todo ¡OH! Y Dios grita ¡Te amo! y yo sé que este sí. Los años han pasado y este hombre ya es anciano y aún Dios dice: Yo sé que este sí, los días pasan y a veces Dios trata de desesperar y quisiera obligarlo a este anciano a que se decida, pero se calma y piensa que así pasen muchos días Yo sé que este sí.
¡OH!, llega un día trágico, Dios rompe en llanto, aquel niño al cual cuido desde chico, al cual seco sus lágrimas cuando se golpeaba, al cual arrullo, al cual amo, al cual grito de esperanza, al cual creyó en el hasta el final, al cual perdono sin importar su falta, al cual ayudo siempre aún sin que el se diera cuenta, ese niño, ese joven de alegrías y frustraciones, ese hombre de ilusión, ese anciano triste murió.
Dios susurra sus últimas palabras yo pensaba que este sí. En ese momento nace otro niño y Dios vuelve a sonreír y dice: Yo sé que este sí va a entregar su vida a mi y yo estaré con el feliz por toda la eternidad, Yo sé que este sí.
Esto sucede cada que nace un niño. Esto sucedió y esta sucediendo desde el día en que tu naciste y Dios en estos momentos te esta mirando, con una sonrisa diciéndote, tranquilo yo te perdono… Yo sé que tú sí.