El historiador Alberto Ighina cuenta la historia de San Jerónimo, Patrono de Córdoba en honor a quien, cada 30 de Septiembre, la ciudad ceebra sus Fiestas Patronales.
San Jerónimo, el santo patrono de la ciudad de Córdoba, fue un sabio y sufrido sacerdote, de penetrante inteligencia y hábitos de vida sumamente sacrificados, nacido en la Dalmacia, sobre la costa balcánica del Mar Adriático, actual Croacia, que vivió entre los siglos IV y V. De naturales facultades literarias, viajó Roma, capital de las humanidades en ese tiempo, para perfeccionar sus estudios. Imbuido de la ciencia cristiana, se convirtió pronto en uno de los más reconocidos escritores eclesiásticos de Roma, dominando al detalle tanto la lengua latina como la griega. No satisfecho con estos conocimientos, se trasladó a Oriente donde, además de tomar estado sacerdotal, se compenetró del hebreo y otros idiomas de la antigüedad cristiana y precristiana. Sacerdote y poliglota, vuelve a Roma donde el Papa San Dámaso lo convoca para realizar la versión latina de la Biblia, en un intento por popularizar su contenido y hacerlo llegar al pueblo, el vulgo; por eso a la traducción de San Jerónimo se la va a llamar “Vulgata”. Para esos días, Jerónimo dirigía la vida espiritual de un grupo de nobles romanas. Al ser encargado por el Pontífice de tan importante trabajo, decide retornar a Oriente, por considerar que allí estaba el espacio propicio para su tarea. Se instala en una cueva, en medio del desierto y cuenta la tradición que un león le hacía compañía y vigilaba la entrada echado muy cerca suyo. Las damas romanas decidieron seguirlo al desierto, encabezadas por Santa Paula y fundaron allí un monasterio, siempre bajo la dirección de Jerónimo. Dedicado absorbentemente al estudio de las lenguas orientales y piadoso guía de almas era, sin embargo, un polemista temible cuando se enfrentaba con herejías. Murió en el año 420, completada ya su obra, y la Iglesia lo llamó “Doctor Máximo” por su talento sin igual para interpretar y traducir las Sagradas Escrituras, contribuyendo así de manera notable a la difusión del Cristianismo. En España se fundó una orden monástica, la de los Jerónimos, quienes lo tomaron por modelo y patrono. Los Jerónimos fundaron, entre otros lugares de retiro, el famoso monasterio de El Escorial. Con el tiempo la orden fue disuelta. Una de las primeras provisiones de don Jerónimo Luis de Cabrera fue la de darle a la ciudad un santo patrono, el de su propio nombre, y así lo consignó el escribano de Su Majestad, don Francisco de Torres: “Y luego yn continente el dicho señor Governador dixo que mandava y mandó que cada año el día del Señor San Gerónimo se sque el Estandarte de esta ciudad a las vísperas y misa a la Yglesia Mayor y le acompañe toda la ciudad e se pongan en el dicho Esstandarte de la una parte, sobre la ,ano derecha la figura del dicho Santo y de la otra, las armas de la ciudad e que este día aya toros e juegos de cañas en la dicha ciudad por la horden del dicho Cabildo …”. Por muchos años, en la Plaza Mayor, en aquellos tiempos completamente sin vegetación, se llevó a cabo la solemne procesión del Santo Patrono, seguida de las diversiones que ordenara Cabrera. En esa tradición de festejo se inscribe el Clásico San Jerónimo, que anualmente hace disputar el Jockey Club. Una calle principal, un cementerio y una parroquia recuerdan hoy a San Jerónimo, mientras que en la Iglesia de Santo Domingo un gran lienzo lo representa en aquella cueva custodiada por el mítico león.
|