Cada vez que soy bondadosa, amante o comprensiva con otra persona honro a Dios, pues honro la presencia de Dios dentro de esta persona y dentro de mí.
Cuando pienso en todos los que sirven a Dios mediante su trabajo y la atención que brindan, me siento honrada de pertenecer a la familia de Dios.
Los curadores de nuestro mundo están alertas día y noche. Responden a los pedidos de ayuda, a la necesidad de paz y el deseo de compañía. El cuidado que brindan es una actividad sagrada, ya sea que la dediquen a su familia, a sus amigos o a simples desconocidos. De hecho, los curadores son gente amante que nunca se cruza con un desconocido, pues reconocen en todos a miembros de la familia de Dios.
Honro la presencia de Dios dentro de mí
y de cada persona.
Con Amor en mi corazón
COLINA
"Y el rey les contestará: Os aseguro que todo lo que hicisteis por uno de estos hermanos míos más humildes, por mí mismo lo hicisteis".
Mateo 25, 40