CAFE
Habrá que hacer café muy de mañana
para borrar las sombras de la noche,
repintar el insomnio que se afana
en quedarse prendido como un broche.
Y endulzarlo de azúcar verdadera
para gastar su amarga idiosincracia,
y en un thermo llevar la duradera
y falsa sensación de la acrobacia.
Elegir ese grano tempranero
mezclado con aquel de alta montaña,
para darle ese temple peleonero
que hasta el alma desahuciada engaña
Y beberse hasta el poso renegrido
en el último trago placentero,
y mirar en la taza el compungido
y manchado vacío del desespero.