Nada
se
entendería sin la Pascua
Estamos
en la semana de Pascua. ¡Cómo no dedicar hoy nuestra reflexión a
la Pascua! ¿Cómo no hablar de la Buena Noticia, la más importante
noticia ocurrida en toda la historia? Nada se entendería sin la
Pascua. Jesucristo resucitó, Jesucristo de verdad está vivo; nos
acompaña hoy y hasta el fin de los tiempos. Cuando en momentos de
consolación, como los llaman los místicos, sentimos a Jesucristo
cerca, como los discípulos de Emaús, (Lc 24, 13-35), sentimos que
nuestro corazón arde, que nuestras angustias se apaciguan, nos
llenan la paz y la alegría, se aumentan nuestras ganas de vivir,
miramos hacia delante con optimismo y con fe. Cuando nos olvidamos de
que Él nos quiere, y nos alejamos, pronto nos invade la tristeza.
La
Buena Noticia, que Jesucristo resucitó, no es una fábula; es
historia verídica. Jesucristo está vivo, está con nosotros. Lo que
vieron María, las mujeres que lo siguieron, los discípulos todos,
no fue un fantasma. El que dio la mano a Pedro para que saliera del
agua, cuando su duda lo hundía en el Mar de Galilea, no fue un
fantasma. Las llagas que tocó la mano temblorosa de Tomás no eran
de una aparición imaginaria. Era Jesús, el mismo que el Viernes
Santo vieron colgado de la cruz y enterraron con tristeza. Es el
mismo Jesús presente en la Eucaristía, que vemos con los ojos de la
fe.
T/Red.
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