En el año 1828 se fundó el fuerte de Bahía Blanca para controlar que la población indígena no se robara al ganado, y para proteger la costa del Brasil cuyos navíos habían atracado en el área en 1827. Si bien la población nativa de la zona fue derrotada en las campañas del General Rosas, la fortaleza fue atacada varias veces, uno de los ataques más notables que se produjeron fue el del año 1859 y estuvo liderado por 3.000 guerreros Calfucurá. Un importante centro de la inmigración europea que se volvió un puerto importante con la construcción del ferrocarril, pues de este modo se conectaron las zonas productoras de granos con las pampas. Actualmente, la mayor industria es una gran planta de petroquímicos. A pesar de la reciente crisis económica, la ciudad permanece razonablemente bien acomodada, con una limitada pobreza en las afueras de la ciudad. Bahía Blanca resulta ser una ciudad amigable con el ritmo de un pueblo, donde todos se conocen entre todos y los extraños son afectuosamente bienvenidos. Es una preciosa ciudad donde pasear, destacándose impecablemente su arquitectura bien preservada de comienzos del siglo XX. En el corazón de la ciudad encontramos la gran Plaza Rivadavia, donde por las tardes encontramos varios hombres jugando al ajedrez o a las cartas. También se destacan allí su amplia variedad de árboles, su cerco de palmeras, y su llamativa escultura justo en el centro de la plaza. Hacia el oeste encontraremos la Municipalidad, de destacada arquitectura italiana (1904), y más al sur el impresionante Banco de la Nación al estilo francés (1927); realmente vale la pena ingresar para apreciar su interior perfectamente preservado. Uno de sus balnearios cercanos es Monte Hermoso.
Tres cuadras más al norte encontramos el clásico Teatro Colón (1922) en el cual se presenta con regularidad música en vivo y diversos tipos de danza. Al lado del teatro, el Museo Histórico posee una interesante exhibición de la historia de Bahía Blanca, enfocada mayormente en el periodo pre-hispánico y las primeras inmigraciones, junto con gran cantidad de imágenes de los comienzos de la ciudad. Afuera de dicho museo encontramos una estatua de Garibaldi, erigida por la comunidad italiana en el año 1928. También encontramos una pequeña, pero maravillosa colección de arte fino en el Museo de Bellas Artes, ubicado en el sótano de la municipalidad. Pero aún más inspirador es el Museo de Arte Contemporáneo que presenta exhibiciones rotativas de gran renombre. Alo largo de la atractiva avenida Além, el Parque de Mayo se encuentra repleto de árboles de eucaliptos lo que le brinda a dicha plaza un aroma muy particular, allí encontramos también varias áreas con juegos para niños, bares y un fino centro de cursos de golf y otros deportes. Otro parque, pero menos encantador es el llamado Parque Independencia, allí encontraremos un jardín zoológico en un no muy buen estado. Pero si hay algo que no debe perderse es el Museo del Puerto Ingeniero White. Éste se ubica en el antiguo edificio aduanero, y posee imaginativas y entretenidas exposiciones de la vida inmigrante a comienzos del siglo XX, con ingeniosas fotografía y música y sonidos evocativos. Y los domingos en una de las salas de exhibiciones abre un espléndido café altamente recomendado. Por último es imprescindible mencionar los finos restaurantes de mariscos ubicados cerca del puerto.