LA VIDA ES MÚSICA - AMIGOPARASIEMPRE

La Vida es Música”

Los seres humanos venimos al mundo, cada uno con su PROPIO MANUAL DE INSTRUCCIONES, que nos provee el mismo Creador. Este “Manual” está escrito dentro nuestro, a través de códigos físicos, químicos, eléctricos y electromagnéticos. Según este Manual de Instrucciones, todo es responsabilidad absoluta del usuario, y el fabricante (el Creador) no garantiza ni se responsabiliza de ningún daño (males físicos, síquicos o espirituales) que devengan del mal uso del producto.(1). Más aún, dado que se le ha brindado al Usuario la Capacidad de Co-Creación, tiene en sus manos la posibilidad de toda reparación que sea necesaria. Sólo precisamos conocer nuestros relojes biológicos internos, los códigos que usamos, los libretos que “compramos”, sentir qué “ecofactores” nos causan bien-estar y re-conocer que SOMOS LUZ Y SONIDO. Es por ello que la música y el color son “dones” que nos ofrecieron para re-crearnos una vida delicada y afable.

La música -que es el arte de las Musas- organiza sensible y lógicamente una combinación coherente de sonidos y silencios. O sea, que la música integra los pares de opuestos y con ambos produce deleite (o su contrario) y emoción.

Todos los géneros musicales -armoniosos y respetuosos del oído humano- provocan bienestar. La música –que nos acompaña desde que el primer grupo humano se reunió alrededor del fuego, celebrando y cantando- es como la vida, desciende de un modo inesperado y sorpresivo.

Mozart escribió: “No sé de dónde ni por qué me vienen las ideas, ni como puedo forzarlas a que vengan. Aparecen. Si me gustan, las retengo en la memoria”.

“No puedo decirle cómo consigo mis temas: vienen sin pedir permiso”, confesaba Beethoven.

Y una vez que se ha tenido esa primera idea, ¿qué sigue?

Paul Valèry decía: “El buen Dios –la Musa– nos da gratuitamente el primer verso. Pero a nosotros nos corresponde hacer el segundo, que debe rimar con éste y no ser indigno de él”. Cada Ser Humano escribe su segundo verso de forma diferente, acorde a sus dones, cualidades y estado del SER. Dicen que Mozart escribía de corrido, como si lo hiciera al dictado. En cambio Beethoven borroneaba sus cuadernos que muestran que daba vuelta a las ideas durante años.

Y así es la vida, nos dan el primer verso y nosotros, únicos músicos de nuestra existencia, componemos de modos diferentes. Quizás de un modo aparentemente fácil como Mozart o más afanosamente como Beethoven, pero todos tenemos la innata capacidad de crearnos y celebrarnos.

Comprender que somos sonido, tal como todos los seres humanos, nos facilitará acercarnos a “otro” en un encuentro real, en una danza que nos comprenda a ambos.

Es bueno honrar la sacralidad de la vida y celebrarla siempre con fiesta. Recordemos que una fiesta no sólo es una cena importante con fuegos artificiales.

Una fiesta es celebrar tener la llave de nuestro corazón y disfrutar la infinitas posibilidades que poseemos; es darnos el suficiente tiempo de encontrar el modo de sorprendernos; es permitirnos recordar los deseos que una vez tuvimos. Muchas veces nos alejamos de nuestros sueños temerosos de fallar o peor aún, temerosos de lograrlo.

Haber perdido familia, amigos o trabajo, nos “obliga” a encontrar otra familia, otros amigos, otro trabajo, con otra sangre, con otras experiencias, con otras vivencias que, seguramente, nos aportarán el otro lado de la luna “que muchas veces nos olvidamos de apreciar”.

Y allí es oportuno ir hasta la Boletería de la Creación y solicitar la entrada para “La Orquesta del Universo”, que tenemos reservada desde nuestro nacimiento. La propuesta de esta Orquesta, es recordarnos no hacer cambios cuando “el afuera”, “la enfermedad” o “las pérdidas” nos atizan con su dolor, sino modificar el rumbo con la conciencia de evolución.

Lo real es que solos no podemos. Es aquí cuando con humildad, es apropiado comprender que solamente trascendiendo las fronteras que nos separan de los demás, es como podemos encontrar esa semilla de roble que nos caracteriza a cada uno de nosotros. También es cierto que hay quienes dejaron de ser bellotas y ya son robles, mas por eso mismo son fuertes para contener y sostener el crecimiento del resto.

Ese es el sentido de La Orquesta. Aprender “la música juntos”. Pedirles a nuestros compañeros que compartan los compases que hayan nacido en sus corazones, disfrutando juntos de la armonía y de la fraternidad del espíritu. Cuando el desaliento quiera alcanzar a algunos de sus integrantes, la presencia cálida de los demás avivará en cada uno el fuego alicaído.

Un fueguito aislado es un poquitito de luz, miles de fueguitos es una llamarada que esparce su luz hacia todos los confines de la Tierra celebrando el calor y la música de la vida.