Del copihue más alto el corazón sangrante,
de tu boca frutillas purpurinas, de la mía, las ansias de tocarla.
De ese sereno lluvioso e intangible esporas en su ambiente, la risa se desprende, desnudo los cuerpos amanecen.
Si hay que rimar la vida que no sean baratijas, un cofre de oro alejandrino tu pelvis sacrosanta, y ese manjar que yo adivino.
Del cielo decaído mil cántaros de agua, tu boca abierta hacia las nubes, ¡ay amor que bien te ves así desnudo!.
Y no es chacota derretir la pluma diferente, el papel blanco va bailando minuetos en tu ombligo; hombre amante cómo pecas de arrogancia frente a mí.
Rafael2010@derechos reservados
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