Tú no eras tú y me querías a mí.
Se adelantaron los instantes necesarios. Tardes de miradas paralelas, esperas arrebatadas y heridas invisibles. Se pudrieron en la nevera las buenas intenciones. Mañanas frías de cafés a la carrera, la cama siempre perfectamente hecha y nuestra complicidad, desatendida, que fue intoxicando el resto.
Hoy, sin ilusión y sin ánimos suficientes como para seguir luchando por un sueño que ya no compartimos, esperamos los dos muy quietos en la orilla, sin atrevernos a arriesgar de nuevo, como si fuera a llegar una señal.
Y estamos aquí juntos. Frente al mar. Vestidos con las mismas ropas de nuestro primer día. Preparados por si pasara algo. Con el tiempo congelado como en una fotografía.
Entonces suspiras en alto y hablas por primera vez en todo el día:
-Olvidé decírtelo. Nunca debiste esperarme. Nada volverá a ser como antes. Yo no era yo y te quería a ti.
Iván Sáinz
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