EL TERO
Con los nombres vulgares de tero, teru, tero-tero, teru-tero (voces provenientes del guaraní) se designa en nuestro país a un ave que por su coloración,
tamaño conspicuo y fuertes llamadas se hace prácticamente inconfundible.
Vemos teros en muchas zonas porque es un ave muy común en Argentina, vive cerca de las piscinas y del arroyo, o en el medio de los lotes.
Comen insectos (langostas, escarabajos, hormigas) , así que son bienvenidos en nuestros jardines. El tero usa también el método del "temblor de patas" o"tanteo".
Con esta maniobra logra movilizar a las lombrices que están bajo tierra, y, gracias a su fino sentido del tacto ejercido con los dedos consigue localizarlas;
hunde levemente en la tierra, las capturas y tironea en dirección vertical. Se muestran activos por la mañana antes que las demás especies de los alrededores.
Cuando el sol casi no calienta, los teros ya están caminando y picoteando insectos. La postura típica para el descanso nocturno es de pie,
con la cabeza cobijada contra el cuerpo o bajo el ala. El estado de alerta es constante y es un ave relativamente sedentaria en las pampas.
Por lo general siempre permanece en los sitios donde se ha reproducido. El tero de las pampas a lo sumo realizaría migraciones locales,
cuando por las condiciones del tiempo o del suelo el ambiente se vuelve francamente inhabitable.
La depredación que los teros realizan sobre los insectos, cumple un papel importante en el control de plagas agrícolas, evitando el aumento del uso de plaguicidas.
Junto con otras aves insectívoras, representan para la agricultura una reserva defensiva de valor inestimable.
Son llamativos el pico, las patas y los ojos rojos.
Sus depredadores más importantes son las aves rapases, como los chimangos y los caranchos.
EL tero, figura del folklore de la Argentina, es uno de los "centinelas del campo", anunciador con sus gritos de la aproximación de intrusos, útil vigía en tiempo de malones. Charles Darwin decía en el siglo XIX que los teros eran de gran utilidad a los viajeros, ya que les anunciaba la vecindad de los ladrones en los caminos. Con cierta frecuencia convertido en animal doméstico si es capturado de pequeño, el tero presta otros servicios al hombre. Aunque su carne no es buscada como alimento, a colaborado en dieta humana ya que sus huevos suelen ser recolectados con tal finalidad. A las plumas del tero suelen darle usos mágicos. En la región pampeana una pluma de tero colocada bajo la almohada se supone que ayuda atener buen oído, y se las queman con ruda y crin de caballo se estima que se obtiene un talismán protector contra el mal. También los espolones de las alas de estas aves son en algunas regiones atesorados por su valor mágico. De la observación de la conducta del tero se deduce en medio rurales una serie de augurios.
Están en grupos, quietos hasta que algo los alarma; entonces, hacen un vuelo rasante al grito de “¡teru-teru!”. Le temen a los caranchos y a los chimangos que amenazan sus nidos. Anidan en el suelo y, en invierno por primera vez, pone la hembra tres o cuatro huevos de color gris verdoso con manchitas oscuras. Si alguien se acerca –ave, perro, caballo u hombre- levantan vuelo tanto el macho, que vigila el nido a unos treinta metros, como la hembra. Se acercan gritando estridentemente y amenazan con el fuerte espolón que tienen en cada ala. Se vuelven muy agresivos en época de cría y defienden tanto a los huevos como a los pichones, que nacen veintiséis días después de la puesta. Suelen tener cría varias veces entre junio y diciembre.
Dicen que, cuando grita sin motivo aparente, predice la lluvia y también que anuncia la visita de parientes.Muchos los crian en sus jardines porque avisan,con su grito,si llega gente extraña.
Parece que son buenos guardianes, como los perros.
Su Leyenda
Cuenta la leyenda que, hace mucho tiempo, los teros eran hombres que tenían tiendas de venta de ropa. Se habían vuelto ricos porque trataban con una gran cantidad de clientes. Entre ellos, las que más compraban telas para hacerse vestidos eran las vizcachas. Parece ser que a ellas les gustaba coquetear y renovaban su atuendo demasiado seguido. Por eso, un día se les acabó el dinero y comenzaron a pedir fiado. Los teros, que nunca habían visto el famoso cartel que dice “El que fía salió a cobrar; vuelva mañana” les siguieron entregando mercadería sin recibir nada a cambio. De tanto fiar, los tristes comerciantes se volvieron muy pobres. Quisieron cobrar la deuda, pero parecía que a sus clientas se las había tragado la tierra. Un día, supieron que las vizcachas, sin ropas nuevas para lucirse, salían solamente cuando se escondía el sol. Entonces, los teros intentaron cobrar por las noches. Pero cuando ellos se acercaban y les gritaban “¡La tela, la tela!” “¡Teru-teru!”, las muy pícaras se escondían tan rápido como les era posible.Llorando se durmieron una noche por no poder solucionar su problema. Cuando amaneció, notaron que su cuerpo estaba cambiado: se habían convertido en aves. Ya no pudieron hablar, pero conservaron el grito que les dio su nombre.Así fue que las vizcachas, muy avergonzadas por sus ropas raídas, se vieron obligadas a salir solo de noche.Los teros se vistieron para siempre con la única ropa que les había quedado: los chalecos negros y las bombachas blancas.Y sus ojos son rojos de tanto y tanto llorar.
Su presencia es típica en las proximidades de lagunas, lagos, ríos, arroyos. Lo podés ver en todos los lugares en donde exista tierra húmeda y pastito. Su presencia se destaca en todos los ámbitos patagónicos. En las soledades de los bosques occidentales o en las zonas de pastura próximas al mar.
Pero también podés verlo dentro mismo de las ciudades, incluso en las plazas. Prefiere los campos abiertos para tener una mejor visibilidad.
Viendo las imágenes te darás cuenta que es muy elegante, con su plumaje contrastante entre el blanco y el negro. Además lo engalana un fino y coqueto copete hacia atrás.
Es muy cómico, pues cuando camina o está quieto, hace "agachadas" clásicas aún sin explicación.
Sus alas están provistas de una espuelita de combate y en su parte superior poseen un fuerte espolón rojo.
Lo vas a ver solo, en pareja o en bandadas. Cuando se alarman, levantan vuelo emitiendo gritos muy estridentes: ¡Tero-tero-tero!
Como guardián es insuperable y hasta de manera excesiva. Siempre está atento. Ante el menor movimiento comienza con sus gritos. En todo caso podríamos suponer que es el encargado de despertar al perro guardián para que actúe ante una situación anormal... Para los amantes de la naturaleza y la contemplación de los paisajes patagónicos:
" El silencio de la inmensidad de estas tierras no es verdadero silencio sin el grito del tero ..."
¿PERO CUÁNTAS PATAS TIENE ESTE TERO HEMBRA?