Cuando se habla del tango tal como lo hemos conocido durante su época de mayor arraigo y divulgación, es imprescindible recordar a los creadores del estilo que triunfó en todos los niveles sociales tanto rioplatenses como europeos: Roberto Firpo, Julio De Caro y Osvaldo Fresedo, pues al decir de los expertos y estudiosos de nuestra música nacional existe un antes y un después de este grupo selecto de músicos de máxima jerarquía, quienes dieron origen y fijaron las bases de la llamada "Guardia nueva del tango".

Roberto Firpo había nacido en Las Flores el 10 de mayo de 1884 y pocos años más tarde llegó a Buenos Aires buscando mejores horizontes para sus inquietudes juveniles. En sus duros comienzos trabajó como dependiente de almacén, luego fue albañil, peón de lechero y como obrero primero en una fábrica de zapatos y luego en los talleres metalúrgicos Vasena, famosos por las luchas sindicales que tuvieron origen allí.

Con sus ahorros reunidos tras tantos esfuerzos pudo comprar a los 19 años su primer piano, instrumento tan ansiado que le costó nada menos que $200 de aquella difícil época, comenzando de este modo a tomar lecciones hasta que pudo integrar un trío que debutó "en lo de Hansen", famoso piringundín de las noches porteñas. Al final de cada actuación pasaban el platito para completar los tres pesos del cachet oficial.

En 1913 Firpo pudo formar su propia orquesta, iniciándose a la vez como autor con su gran éxito "Argañaráz", seguido luego por "Alma de bohemio", una pieza de gran romanticismo inusual en el tango hasta esos momentos. En 1916 y durante una actuación en Montevideo le tocó estrenar una obra desconocida de un tal Matos Rodríguez, a la que tuvo que completar por estar inconclusa, pasando de ser un mero intento voluntarioso a constituirse en el tango de los tangos.

Firpo en numerosas oportunidades debió compartir el escenario con el dúo Gardel-Razzano, grabando juntos en 1917 un tango llamado "El Moro", cuyos autores eran los propios cantores. Por una rara casualidad, o quizás porque el dúo aún no había alcanzado la fama que los catapultó posteriormente, en la etiqueta no figuran los cantores como tales, sino como autores ya que al imprimirse aquella no se había previsto que el tango llevara letra.

Roberto Firpo supo plantear la imperiosa necesidad que tenía el tango de vivir un verdadero "aggiomamento", para superar ese puntapié inicial que conocimos como "Guardia Vieja" y dar así lugar a la etapa de piezas escritas para atriles dejando atrás las improvisaciones que sólo servían para el momento. Fue, en este sentido, un precursor de los "arregladores" que llegarían tiempo después. Según Horacio Ferrer sus mejores trabajos orquestales corresponden al período 1925 - 35, en plena "Guardia Nueva" que contaba ya con pianistas del nivel de Osvaldo Pugliese y Carlos García.

La discografía de Roberto Firpo es una de las más amplias que se conocen de nuestra música nacional, con nada menos que unas 3000 grabaciones de las cuales una mitad corresponde a la época acústica del sistema. Llegó a constituir de este modo un punto de referencia para todos los ejecutores musicales argentinos, hasta su desaparición en junio de 1969. En su doble condición de autor e intérprete logró que el tango evolucionara de los ambientes orilleros para entrar en los salones del centro llegando a constituir de este modo el estilo musical que nos reconocen en todo el mundo.

Como ejecutante fue precursor del uso del piano como miembro fundamental de una orquesta popular, planteando un estilo de gran fineza. Como compositor aportó al tango un romanticismo desconocido hasta entonces, mereciendo con toda justicia el apodo de "Señor del Tango".