Aquello que te rodea no puede hacerte feliz. Sólo tú puedes hacerlo, y es más fácil de lo que crees. Puedes ser feliz sólo decidiendo serlo. Aunque suene superficial y simplista, semejante enfoque de la vida es, de hecho, bastante sofisticado y efectivo. Para sacar el máximo provecho posible de quien tú eres, hace falta que aprecies plenamente lo que tienes. Y para eso, ¿qué mejor que ser feliz contigo mismo y con tu vida? ¿Es posible ser feliz cuando las cosas no marchan como quisieras, o incluso cuando una tragedia terrible golpea tu vida? Sí. Los acontecimientos y circunstancias a tu alrededor no te limitan. Sentir tristeza es natural, saludable e inevitable. Sin embargo esa tristeza, por más intensa que sea, no tiene por qué limitarte. Puedes estar decepcionado con los acontecimientos externos, y feliz contigo mismo, todo al mismo tiempo. Y en tu felicidad yace una poderosa energía con la cual puedes superar la tristeza y las desilusiones.

♠♠♠

ACTITUD

Tus prioridades y compromisos ¿te dan fuerzas o te aprisionan? Si te sientes abrumado y asfixiado por ellos, aquí va una sugerencia: ¡échate a nadar! Si tratas de retener el agua entre tus dedos, rápidamente se te escapará y la perderás. Sin embargo cuando te sumerges en el agua, sin intentar aferrarte a ella, dejándola fluir suavemente a través tuyo, puedes disfrutar de la experiencia durante todo el tiempo que desees. Si luchas y peleas contra el agua, te pones a ti mismo en riesgo de ahogarte. Pero cuando te calmas y te relajas, tu flotación natural, sumado a un poco de esfuerzo, te mantendrá tranquilamente a flote sea cual fuere la profundidad. ¿Te encuentras a veces luchando contra las cosas que te propones conseguir? Detente por un momento. Piensa en lo absurdo de esa situación, y en el esfuerzo desperdiciado que eso significa. Deja de patalear y permítete flotar suavemente. Tus esfuerzos serán infinitamente más efectivos si no van en contra de sí mismos. Cuando los nervios y las presiones te hacen sentir como si estuvieses ahogándote, busca en tu mente un tranquilo chapuzón. Deja que la profundidad de tu compromiso te sostenga, en lugar de hundirte.