Hermano mío, ahora estoy herido
de luna por tu causa.
Se me le cayó un gran trozo
a esta divino anuncio de alegría:
¡ya no somos iguales
en la abundancia profunda
como el pan del pobre
hecho palabra de esperanza y delicia!
Tú socializas en las noches
tus migas de terror y hodofobia
y dijíste loca y simple a nuestra luna,
óvulo volante de los cielos.
Te vistieron de folclore y exorcismo
los burdos epopeos y ya juegas
a la nictofobia en carnavales,
diseñados para el chingarama
de los curatores del misterio.
Por el contrario, yo
a la cofa misteriosa no la quiero;
¡quiero mi luna, mi brillante luna,
que es mujer y ovario y templo,
en mis noches de mar y bohemia!